El Síndrome de Ulises en inmigrantes se ha convertido en un fenómeno relevante en Europa, donde la inmigración genera temores entre los ciudadanos debido a sus posibles consecuencias. Aunque la globalización ha hecho de la inmigración un hecho irreversible. Debido a la expansión de los mercados, cada día es más frecuente la movilidad de los sujetos y la desaparición de límites fronterizos entre los países. Por otro lado, se olvida también la historia europea de migración y colonización por el mundo entero en siglos anteriores.
En el mundo hay, actualmente, más de 150 millones de inmigrantes, 30 millones de desplazados y 15 millones de refugiados. El principal motivo de la inmigración es la pobreza y la ausencia de perspectivas, hasta el punto de que muchas personas arriesgan su vida en la travesía de la inmigración y la búsqueda de su sueño.

En Europa viven hoy unos 20 millones de inmigrantes, aunque se calcula que para el año 2050, según datos de Naciones Unidas, se necesitarán más de 50 millones de inmigrantes para mantener el estado actual de bienestar y el sistema de pensiones.
Introducción al Síndrome de Ulises
El Síndrome de Ulises es un trastorno psicológico que afecta a muchos inmigrantes que se enfrentan a situaciones de extrema adversidad en su proceso migratorio. Esta condición, también conocida como el síndrome del inmigrante con estrés crónico y múltiple, se caracteriza por una acumulación de factores estresantes que sobrepasan la capacidad de adaptación de la persona. Inspirado en la historia del héroe griego Ulises, que enfrentó numerosas dificultades durante su viaje de regreso a casa, este síndrome refleja el arduo camino de aquellos que buscan un mejor futuro en un nuevo país, pero que se ven abrumados por la soledad, la incertidumbre y la falta de apoyo.
Los inmigrantes que padecen este síndrome experimentan un nivel de estrés mucho más alto que el común, ya que no solo deben adaptarse a una nueva cultura, idioma y entorno, sino que también enfrentan la separación de sus seres queridos, la precariedad económica y, en muchos casos, la falta de acceso a servicios básicos de salud y bienestar.
Este terminó lo acuño el Dr. Joseba Achotegui, psiquiatra y profesor en la Universidad de Barcelona, que publicó el libro ‘La depresión de los inmigrantes: una perspectiva transcultural’ y calificó como Síndrome de Ulises, un trastorno mental que afecta a la mayoría de inmigrantes que están en España en situación irregular[3].
El Dr. Achotegui, lo bautizó así a partir de la figura mitológica de la antigüedad, protagonista de la Odisea de Homero, que, atribulado por retornar a su país y a su casa, sufre peligros y adversidades.
El ‘Síndrome de Ulises’, es una patología de la familia del estrés crónico que afecta a inmigrantes irregulares en situaciones extremas.
En España viven 1,6 millones de inmigrantes regulares y otro millón de irregulares, Achoategui calcula que podrían sufrir el síndrome cerca de 330.000 personas, un tercio del millón aproximado de ‘sin papeles’ que se encuentran en el Estado[4].
Ahora bien, entre sus síntomas podemos encontrar:
Causas y factores que desencadenan el Síndrome de Ulises
El síndrome de Ulises no es un trastorno que aparece de la noche a la mañana. Más bien, es el resultado de una serie de factores acumulativos que golpean al inmigrante durante su trayecto hacia una nueva vida. Entre los principales factores desencadenantes se encuentran:
- La separación familiar: Muchos inmigrantes dejan atrás a sus seres queridos en busca de mejores oportunidades. La distancia física y emocional genera sentimientos de abandono, nostalgia y desesperación.
- La adaptación cultural: El choque cultural es un desafío constante. Adaptarse a nuevas costumbres, normas y valores genera confusión y en algunos casos, una sensación de rechazo o exclusión por parte de la sociedad receptora.
- La inseguridad económica: La mayoría de los inmigrantes enfrentan grandes dificultades para encontrar empleo estable y bien remunerado. Esta inseguridad económica afecta directamente su bienestar emocional y físico.
- Barreras idiomáticas: No poder comunicarse eficazmente en el nuevo idioma del país de acogida genera aislamiento y refuerza la sensación de ser un «extraño» en un entorno desconocido.
Estos factores, entre otros, generan un estrés crónico que, si no se aborda, puede derivar en un cuadro más grave que afecte seriamente la salud mental y física de la persona.
Síntomas psicológicos y emocionales del Síndrome de Ulises
El síndrome de Ulises se manifiesta a través de una amplia gama de síntomas psicológicos y emocionales que pueden ser debilitantes. Entre los más comunes se encuentran: tristeza, fatiga, insomnio, desorientación, pérdidas de memoria, grandes dolores de cabeza, pensamientos negativos recurrentes.
- Ansiedad crónica: Los inmigrantes pueden sentirse constantemente preocupados por el futuro, el bienestar de sus familias y su situación migratoria.
- Depresión: La tristeza profunda, la pérdida de interés en actividades cotidianas y los sentimientos de desesperanza son comunes en aquellos que enfrentan este tipo de estrés extremo.
- Trastornos del sueño: Insomnio, pesadillas y dificultades para descansar adecuadamente son síntomas habituales en personas que sufren el síndrome de Ulises.
- Somatización: Muchas veces, las emociones reprimidas encuentran una salida en el cuerpo, generando síntomas físicos como dolores de cabeza, problemas gastrointestinales y fatiga crónica.
Además, este trastorno lleva al individuo a sentir un desgaste mental y emocional que puede afectarlo en todos los aspectos de su vida, desde las relaciones personales hasta su capacidad para trabajar y adaptarse al entorno.
Diferencias entre el estrés común y el estrés relacionado con el Síndrome de Ulises
Es importante diferenciar el estrés que todos podemos experimentar en nuestras vidas diarias del estrés extremo y crónico que caracteriza al síndrome de Ulises. Mientras que el estrés cotidiano está relacionado con situaciones controlables y pasajeras, como problemas laborales o personales, el estrés que enfrentan los inmigrantes con este síndrome es persistente y se ve agravado por la sensación de desarraigo, la falta de un soporte emocional cercano y la incertidumbre sobre su futuro.
El estrés del síndrome de Ulises es un estrés límite, en el que la persona siente que ha agotado todas sus capacidades de resistencia y afrontamiento, lo que lo distingue de un estrés común o circunstancial.
Impacto del Síndrome de Ulises en la vida de los inmigrantes
El impacto del síndrome de Ulises es profundo y afecta varias áreas de la vida de los inmigrantes. En muchos casos, las personas que lo sufren no buscan ayuda por miedo al estigma o por no tener acceso a servicios de salud mental, lo que agrava la situación. El aislamiento social es una consecuencia directa de este síndrome, ya que las personas tienden a retirarse de sus redes de apoyo, si es que cuentan con alguna, y prefieren lidiar con sus problemas de manera solitaria.
Las consecuencias no solo son a nivel personal, sino también comunitario. Las familias pueden verse fragmentadas y las comunidades inmigrantes debilitadas, ya que muchos de sus miembros están luchando con problemas que no son visibles a simple vista.
Casos reales y estudio sobre inmigrantes afectados
Existen numerosos estudios y testimonios que reflejan la magnitud del síndrome de Ulises en comunidades migrantes. Por ejemplo, inmigrantes que han sido desplazados por conflictos bélicos o persecuciones políticas suelen ser los más afectados, ya que enfrentan no solo la carga emocional de haber abandonado sus hogares forzosamente, sino también la de adaptarse a un nuevo entorno sin el soporte adecuado.
En países de acogida, las instituciones y organizaciones de apoyo a los inmigrantes han comenzado a reconocer la existencia del síndrome de Ulises, ofreciendo apoyo psicológico y emocional a quienes lo necesiten.
Tratamientos y estrategias de apoyo para superar el Síndrome de Ulises
Superar el síndrome de Ulises requiere una intervención multidimensional. Las estrategias de apoyo deben centrarse en brindar asistencia emocional, pero también en crear redes de soporte comunitario y mejorar el acceso a recursos como el empleo y la educación.
- Terapia psicológica: Trabajar con un profesional de salud mental es fundamental para que los inmigrantes puedan procesar sus emociones, aprender a manejar el estrés y desarrollar nuevas habilidades de afrontamiento.
- Redes de apoyo comunitarias: Es vital que los inmigrantes puedan conectarse con otros en situaciones similares. Las comunidades migrantes organizadas y las asociaciones de inmigrantes pueden ser una fuente importante de apoyo y orientación.
- Programas gubernamentales y ONG: Los gobiernos y las organizaciones no gubernamentales juegan un papel crucial en la provisión de servicios de salud mental, programas de integración y acceso a recursos básicos.
Situación en España
España, por ejemplo, fue tradicionalmente un país de emigrantes durante gran parte del siglo XX, solo empezó a detenerse la inmigración a mediados de los años 70 y 80, y entonces pasó a convertirse en un país receptor de inmigrantes. Como tal, a mediados del año 2000, por cada dos españoles que se encontraban fuera, había un inmigrante extranjero dentro de España[1] y mucha de la población inmigrante provenía de la misma Europa y de países con mejores condiciones económicas (que para 1998 era cerca al 45,93%).
Sin embargo, en el último lustro se ha visto un aumento cada vez mayor de la población inmigrante que proviene de países con menores condiciones económicas que las de España, principalmente de África, Europa del este, Latinoamérica y Asia.
Ciertamente, los migrantes son la población móvil que establece su residencia o permanece un tiempo prolongado en un país extranjero[2].
La movilidad migratoria de estas personas está motivada, generalmente, en la búsqueda de mejores condiciones de vida, sin embargo, en muchas de las ocasiones lo que sucede es lo contrario debido a las dificultades que debe atravesar, precisamente por su condición de inmigrantes, sobre todo si está en situación “ilegal” o “irregular”.
Inmigración y Síndrome de Ulises
Precisamente, estas difíciles condiciones que plantea la inmigración y que se han hecho particularmente duras desde hace 5 años cuando empezó una política de cierre de fronteras en muchos países desarrollados del mundo (principalmente Europa y EE.UU., recrudecida por el terrorismo internacional a partir del 11-S), han terminado por generar una serie de secuelas en la población, que en la actualidad se denominan
Los afectados por el ‘Síndrome de Ulises’ son siempre personas sanas y fuertes, que ya no pueden soportar un estrés inhumano derivado de la inmigración. La mayoría de las veces llegan a los centros sanitarios para ser atendido por problemas físicos o somatizaciones producto del alto índice de estrés al que se ven sometidos y es necesario desarrollar programas integrales de atención sanitaria.
El síndrome afecta a todas las culturas, tanto hombres como mujeres y también niños.
El mundo está lleno de modernos Ulises, y el fenómeno ha pasado ya de las oficinas de extranjería a los consultorios de los psiquiatras y a convertirse en tema de política internacional.
En consecuencia, los emigrantes deben adaptarse a una cultura, estilo de vida, idioma, clima, comidas, entre otras cosas y deben ser rápidos en esta adaptación. Así mismo, deben afrontar la nostalgia que produce la separación de su familia y amigos. Estos dos elementos: El adaptarse rápidamente y la separación de su familia y amistades pueden ser los desencadenantes de un gran estrés.
Inmigración cuatro factores vinculantes
El estrés de los inmigrantes tiene cuatro factores vinculantes:
1. Soledad
Al abandonar la familia.
2. Sentimiento de fracaso
Al quedar sin posibilidades de acceder al mercado laboral.
3. Sentimiento de miedo
A veces por quedar sometidos a mafias.
4. Sentimiento de lucha por sobrevivir
[5].
A lo anterior hay que sumar las dificultades con relación a:
- Información sanitaria: la información desarrollada para la población en general, no llega a estos colectivos.
- Los servicios de salud: encontramos restricciones internas y externas que provocan que estos colectivos se encuentren con dificultades de acceso a los servicios).
- Cambio/mantenimiento de conductas: dificultades para variar/evitar conductas que pueden ser perjudiciales para la salud o para mantener/ iniciar conductas que puedan suponer una protección para la salud).
Inmigración y mujeres
Por otro lado, dentro del colectivo migrante, las mujeres constituyen aproximadamente el 47% a nivel mundial, y en algunas regiones del mundo forman la mayor parte de la migración[6].
Las diferencias de género también tienen un efecto importante en el proceso de migración.
Por ejemplo, las oportunidades de empleo suelen ser más limitadas para las mujeres migratorias, que pueden verse reducidas a vivir en una economía paralela, trabajando en condiciones inferiores, sujetas a la discriminación como mujeres y como migrantes, e incapaces de reclamar los derechos que les corresponden. En general tienen poco o ningún acceso a los servicios de salud reproductiva. También es posible que tengan poco o ningún poder de negociación para evitar relaciones sexuales peligrosas o no deseadas durante el viaje y en su destino.
También, un gran número de mujeres se desplazan para trabajar como empleadas domésticas. Como consecuencia, muchas veces sus derechos no se respetan, y las leyes o costumbres locales no las protegen. Pueden ser explotadas sexualmente por sus empleadores.
Precariedad de las féminas
Algunas mujeres emigran para dedicarse a ocupaciones que implican un mayor riesgo de exponerse al VIH, como el comercio sexual. Otras mujeres y muchachas (y también muchachos) son víctimas del engaño, la coacción o el tráfico e ingresan en el comercio sexual. Además, otras mujeres acaban en situaciones vulnerables y precarias después de haber entrado clandestinamente en países para reunirse con sus esposos o parejas que habían emigrado[7].
Finalmente, ante tal abanico de situaciones, consideramos que es totalmente pertinente el trabajo que el psicólogo puede aportar para el desarrollo de programas de atención y apoyo al colectivo de inmigrantes desde un punto de vista integral de la salud física y mental con el fin de apoyar la adecuada adaptación a las nuevas condiciones de vida que viven en los países europeos.
Como cierre, quisiera dejar un punto de reflexión acerca de la inmigración a partir del decálogo del Inmigrante tomado de www.inmigrantesargentinos.com:
Inmigración – Decálogo del emigrante
No sufrirás al partir. Te harás duro en cuanto pises el avión.
Deberás rendir examen todos los días fuera de tu país.
Deberás apoyarte en tus compatriotas, y no escapar de ellos.
No renunciarás nunca, por más que sea íntimamente, a tu propia identidad.
Tu actitud deberá ser diferente, y tendrás que acostumbrarte a otros tonos, otras costumbres, otros decires y otras historias.
No crees nunca tu propio «gueto» encerrándote en tu casa y en tu familia.
Aprende a comprender a la gente del país al que te has ido. Te ayudará para la convivencia.
No pienses en volver. La emigración es, en la mayoría de las ocasiones, un camino sin regreso definitivo.
No sufras por lo que has dejado. Alégrate por lo que has encontrado.
Disfruta de lo que vives y no desaproveches el tiempo.
Notas
[1] Prada, Actis y Pereda (2000). Panorámica de la inmigración en España. En Prevención del VIH-SIDA en inmigrantes y minorías étnicas. Ministerio de Sanidad y Consumo.
[2] ONUSIDA, actualización técnica. (2001) Movilidad de la población y SIDA.
[3] “La mayoría de los inmigrantes en situación irregular en España sufre trastornos mentales”. http://bit.ly/2FTUbzo
[4] Aspectos psicológicos de la inmigración. http://bit.ly/30vNVr9
[5] Sandoval, O. A. (2003) Como el estrés afecta a los inmigrantes. http://bit.ly/1DYnlVs
[6] ONUSIDA, actualización técnica. (2001) Movilidad de la población y SIDA.
[7] Idem.