Terapia Cognitivo Conductual. Antecedentes y características

Elisardo Becoña Iglesias.

Universidad de Santiago de Compostela, España.

La Terapia Cognitivo Conductual (TCC) representa una revolución en el campo de la salud mental, ofreciendo un enfoque pragmático y enfocado en soluciones para una variedad de trastornos psicológicos. Esta terapia, que se ha consolidado como una de las más efectivas y científicamente respaldadas, se basa en el principio de que nuestros pensamientos, sentimientos y comportamientos están interconectados, y que el cambio en uno de estos aspectos puede influir positivamente en los demás.

La Terapia Cognitivo Conductual se destaca por su capacidad de proporcionar herramientas prácticas y estrategias concretas que los individuos pueden aplicar en su vida diaria, facilitando así una mejora significativa en su bienestar emocional y mental.

En la práctica, la Terapia Cognitivo Conductual se enfoca en identificar y desafiar patrones de pensamiento negativos o destructivos, a la vez que promueve la adopción de comportamientos más saludables y adaptativos. Este enfoque proactivo y colaborativo entre terapeuta y paciente permite desarrollar habilidades de afrontamiento y resiliencia, convirtiéndose en una herramienta poderosa para manejar una amplia gama de problemas, desde la ansiedad y la depresión hasta trastornos de estrés postraumático y problemas de conducta. La TCC no solo ayuda a aliviar los síntomas en el corto plazo, sino que también empodera a los individuos para un cambio duradero y positivo en sus vidas.

Surgimiento de la Terapia Cognitivo Conductual

En nuestra consideración, los elementos más relevantes que han catalizado el surgimiento y expansión de la Terapia Cognitivo Conductual en los años 60 han sido: la filosofía griega, especialmente la socrática y epicúrea; el conductismo mediacional, con autores como Tolman y su conducta propositiva; Cautela con sus operantes encubiertas y Bandura con su aprendizaje social.

Aportaron también:

  1. Los estudios de la psicología experimental y social sobre atención, memoria, percepción, etc., que, en consecuencia, mostraron cómo estos procesos psicológicos median la conducta humana y, por tanto, es necesario no solo investigarlos, sino aplicarlos para el cambio de la conducta humana.
  2. El desarrollo de la psicología clínica, con la ampliación de su campo de intervención, el surgimiento de nuevos problemas.
  3. La necesidad sentida por muchos autores, como son representativos los ejemplos de Ellis y Beck, de desechar modelos inadecuados de la conducta anormal, en lugar de renunciar a los procesos mediacionales, como hacía el conductismo tradicional, ni renunciar a la verificación empírica de las técnicas de tratamiento.

La psicología del último siglo se ha caracterizado por ser multifacética, en tensión dinámica, entre tres poderosas fuerzas de la experiencia humana: hacer, pensar y sentir (Mahoney, 1991). En primer lugar, para los conductistas, la conducta o acción y sus consecuencias determina la cognición y el afecto. En segundo lugar, para los cognitivistas el papel central se le da a la cognición, de tal modo que su afirmación esencial es que «como tú piensas, tú sientes y actúas». Finalmente, para los teóricos emotivos, el sentimiento es primario y es lo más poderoso.

Inicios de la Terapia Cognitivo Conductual

El estudio de las experiencias privadas de la persona fue uno de los temas centrales de los orígenes de la psicología científica, desde Wundt. Sin embargo, dependiendo de la concepción de la ciencia y de la psicología, ha estado inicialmente considerado como objeto de investigación científica. Luego, apartado por el Conductismo y, a partir de la segunda mitad del siglo pasado, se produce lo que muchos han denominado la revolución cognitiva, con el reconocimiento de los procesos internos y la posibilidad de su estudio científico.

Hechos

Al mismo tiempo, podemos considerar varios hechos que facilitan la aparición y rápida implantación de las terapias cognitivo-conductuales:

Problemas de los clientes

La complejidad de los problemas de los clientes y la aparición de nuevos trastornos clínicos como consecuencia de una sociedad más compleja. Por consiguiente, esto es una de las consecuencias de la adquisición del rol del psicólogo clínico como terapeuta, ampliar su campo de intervención (clínico, comunitario, salud mental, psicología de la salud, infanto-juvenil, vejez, etc.) y solicitarle a otros profesionales soluciones a distintos problemas.

Intervenciones clínicas

La dificultad de eliminar de las intervenciones clínicas, a pesar de la dificultad de su validación empírica. Por lo tanto, aspectos como valores, creencias, verbalizaciones, cogniciones, pensamientos, sentimientos, etc.

Un clínico puede considerar la posibilidad empírica de tomar o no en consideración estos constructos. La gran mayoría son inobservables, pero la realidad nos enseña que están presentes en la intervención, que se usan y que se trabaja con ellos a lo largo de cualquier intervención terapéutica. Insistiendo la terapia cognitiva en que estos elementos encubiertos, las cogniciones, por ejemplo, son elementos causales de la conducta manifiesta.

Psicología experimental

La psicología experimental ha mostrado que muchos de estos constructos, que a partir de Watson (1913) y su famosa declaración sobre el objeto y método de estudio de la psicología, fueron eliminados como objeto de estudio de la psicología. Por lo tanto, con ello se abre la posibilidad de estudiar, junto a la conducta manifiesta, la conducta encubierta, la mente en sentido popular. Aunque esta dicotomía se ha mantenido y se mantendrá durante mucho tiempo al tener una fuerte carga filosófica (Rachlin, 1994).

Modelo teórico

La mayor comodidad del clínico de trabajar en un modelo teórico que reconozca la viabilidad de utilizar al mismo nivel, o en distintos niveles. Tanto la conducta manifiesta como la encubierta y, dentro de esta, reconocer la utilidad de los pensamientos, sentimientos, creencias, etc., como causales de la conducta en todas o en alguna ocasión.

Esta última razón, quizás, es la que mejor explica el gran auge de la Terapia cognitivo Conductual. Porque la psicología es todavía una ciencia joven, de solo 100 años, y aún no tiene claramente establecidos sus pilares esenciales, aunque una parte de los mismos hoy ya están claros (ej., procesos de aprendizaje; procesos de atención, retención y memoria; proceso de socialización y desarrollo evolutivo; etc.).

Como resultado, esto explica que haya habido un cambio de la consideración de ser terapeuta conductual a terapeuta cognitivo conductual en casi todo. Hecho que explica que, en la actualidad, siguiendo la encuesta más reciente de los miembros de la Asociación Americana para el Progreso de la Terapia de Conducta (AABT), el 67.4% se consideran de la orientación cognitivo-conductual, el 19.9% conductuales, el 8.7% otros y un 4% cognitivos (The Behavior Therapist, 1994).

Ellis y la Terapia Cognitivo Conductual

Uno de los hechos iniciales más importantes en el surgimiento de la Terapia Cognitivo Conductual fue la publicación tanto del libro de Ellis (1962). Titulado Razón y emoción en psicoterapia, como del artículo de Beck (1963) Thinking and depression, que es otro hito precursor del surgimiento de la terapia cognitiva.

Años después, a mediados de los 70, se publican los primeros manuales sobre las terapias cognitivo conductuales (Kendall y Hollon, 1979, Mahoney, 1974, Meichenbaum, 1977). El manual de tratamiento de Beck, Rush, Shaw y Emery (1979) aplicando la terapia cognitiva a la depresión, produciéndose a partir de ahí su paulatina consolidación.

Ciertamente, hoy asistimos a una eclosión de las terapias cognitivo conductuales.

Los antecedentes cercanos de las terapias cognitivo-conductuales se asientan en el descontento con el psicoanálisis, la limitación del modelo conductual E-R, la extensión de la psicología clínica en la aplicación de tratamientos psicológicos a problemas cada vez más complejos, y finalmente, una base filosófica en la que se hace una consideración global del ser humano en la que la conducta, sus pensamientos y sentimientos se consideran al mismo nivel.

Supuestos de la Terapia Cognitivo Conductual

Aunque no todos estarían totalmente de acuerdo, Ingram y Scott (1990) indican que la Terapia Cognitivo Conductual se basan en siete supuestos:

  1. Los individuos responden a las representaciones cognitivas de los eventos ambientales más que a los eventos per se. 
  2. El aprendizaje está mediado cognitivamente.
  3. La cognición media la disfunción emocional y conductual.
  4. Al menos algunas formas de cognición pueden ser monitorizadas.
  5. Al menos algunas formas de cognición pueden ser alteradas.
  6. Como un corolario de los números 3), 4) y 5), alterando la cognición, podemos cambiar patrones disfuncionales, emocionales y conductuales.
  7. Ambos métodos de cambio terapéutico, cognitivo y conductual, son deseables y deben ser integrados en la intervención.

Características de la Terapia Cognitivo Conductual

A su vez, estos tienen como rasgos o características las siguientes:

  1. Las variables cognitivas son importantes mecanismos causales. Esto no implica que no haya también otros mecanismos causales significativos, pero las variables cognitivas son importantes en la constelación de los procesos que elicitan el comienzo y curso de un trastorno.
  2. A partir de la asunción de que las variables cognitivas se presumen agentes causales. Al menos alguno de los métodos y técnicas de la intervención se dirigen específicamente a objetivos cognitivos.
  3. Se realiza un análisis funcional de las variables que mantienen el trastorno, particularmente las variables cognitivas.
  4. Las aproximaciones cognitivo-conductuales emplean tácticas terapéuticas tanto cognitivas como conductuales. Típicamente, sin embargo, cada táctica conductual es dirigida a objetivos cognitivos, tal como es el caso de la aproximación de Beck et al. (1979) a la depresión, en donde emplea la asignación de tareas para casa (elemento conductual) para ayudar a modificar los pensamientos y creencias disfuncionales.
  5. Hay un importante énfasis en la verificación empírica. Como resultado, este énfasis está manifestado en dos dominios distintos.

    Primero, es la investigación empírica diseñada para establecer la eficacia de los procedimientos terapéuticos. Esto permite ayudar a determinar los procesos por los que estos procedimientos funcionan.

    Segundo, es un énfasis dentro de la actual terapia, empleando evaluación objetiva para examinar el progreso terapéutico. Así, en el tratamiento de la depresión de Beck se recomienda la utilización del BDI (Inventario de la Depresión de Beck) para ayudar a evaluar objetivamente el rango y grado de los síntomas depresivos del cliente.
  6. Las aproximaciones cognitivo-conductuales son habitualmente de tiempo limitado, por ello, no se consideran terapias a largo plazo en el sentido clásico.
  7. Las aproximaciones cognitivo-conductuales son empresas colaborativas «empirismo colaborativo». Por lo tanto, el cliente y el terapeuta forman una alianza de trabajo para aliviar el pensamiento y la conducta disfuncional.
  8. Los terapeutas cognitivo-conductuales son activos y directivos, al contrario que pasivos y no directivos.
  9. Las aproximaciones cognitivo-conductuales son educacionales en su naturaleza. Como resultado, los clientes deben aceptar la validez del modelo cognitivo-conductual de su trastorno para modificar su conducta y cognición disfuncional.

La Cognición en la Terapia Cognitivo Conductual

Un concepto central para la terapia cognitiva es el de cognición. Ciertamente, para Beck et al. (1979) una cognición es cualquier idea o evento con contenido verbal o gráfico en la corriente de conciencia del sujeto. Además, las cogniciones se basan en los esquemas desarrollados en experiencias anteriores. Además, los esquemas serían las actitudes, supuestos o creencias que tiene el sujeto.

Por tanto, las cogniciones están supeditadas a estos esquemas. Sin embargo, ha sido Marzillier (1980) quien ha distinguido tres elementos de la cognición: los eventos cognitivos, los procesos cognitivos y las estructuras cognitivas. Además, los eventos cognitivos son los pensamientos e imágenes que ocurren en la corriente de conciencia (Marzillier, 1980), que son identificables, conscientes. Incluiría, por tanto, pensamientos, imágenes y sentimientos.

Mientras tanto, los procesos cognitivos atañen al modo como transformamos y procesamos los estímulos ambientales (Marzillier, 1980). Esto supone el modo en que nosotros automática o inconscientemente procesamos la información. Incluyendo la atención, abstracción y codificación de la información, mecanismos de búsqueda y almacenamiento, procesos inferenciales y de recuperación. Estos procesos forman las representaciones mentales y los esquemas.

Estructuras

Finalmente, las estructuras cognitivas son características cognitivas generales, como las creencias y actitudes. Asunciones tácitas, compromisos y significados, que influyen en la manera habitual de construirse a uno mismo y al mundo (Meichenbaum, 1985).

Además, las estructuras cognitivas pueden estimarse de un esquema que esté implícito u operando en un nivel inconsciente. Siendo este nivel altamente interdependiente, estando probablemente las estructuras ordenadas jerárquicamente.

Mientras tanto, los esquemas son organizaciones mentales de experiencia que influencian el modo como la información es procesada y el modo como la conducta está organizada.

Ciertamente, para la Terapia Cognitivo Conductual es necesario conocer y evaluar primero los pensamientos y los tipos de procesos cognitivos que utiliza la persona. Estos, y su modificación, cuando son disfuncionales, van a constituir el objetivo de la terapia. Aunque la misma pretende que se den tanto cambios cognitivos como cambios conductuales en el funcionamiento cotidiano del sujeto.

Terapias Cognitivo Conductuales

No solo hay una Terapia Cognitivo Conductual, existe un gran número (cfr. Dobson, 1988; McMullin, 1986). Como resultado, se han visto reflejadas en una importante aplicación de las mismas a distintos problemas comportamentales.

Por lo anterior, se han hecho varias clasificaciones de las terapias cognitivo-conductuales. Una de las más influyentes ha sido la de Mahoney y Arknoff (1978) quienes las dividieron en tres grandes grupos: primero, las terapias de reestructuración cognitiva. Segundo, las terapias de habilidades de afrontamiento para manejar situaciones. Y tercero, las terapias de solución de problemas. Dentro de las primeras incluyeron la terapia racional-emotiva de Ellis, el entrenamiento auto-instruccional de Meichenbaum, la terapia cognitiva de Beck y la reestructuración racional-sistemática de Goldfried.

También, dentro de las terapias de afrontamiento para manejar situaciones, el modelado encubierto de Cautela, el entrenamiento en habilidades para afrontar situaciones de Goldfried. El entrenamiento en manejo de la ansiedad de Suinn y el entrenamiento en inoculación de estrés de Meichenbaum. Finalmente, dentro de las terapias de solución de problemas incluyeron tres: la terapia de solución de problemas de D’Zurilla y Goldfried, la terapia de solución de problemas interpersonales de Spivack y Shure y la ciencia personal de Mahoney.

Posteriormente, Hollon y Beck (1986) han sugerido tres categorías para clasificar las terapias cognitivo-conductuales:

  1. Las que enfatizan la racionalidad, como la terapia racional emotiva de Ellis.
  2. Las que se enfocan el empirismo, como la terapia cognitiva de Beck
  3. Los procedimientos que enfatizan la repetición, como el entrenamiento en inoculación de estrés.

Más recientemente, Hollon y Beck (1994) apuntan como las más relevantes: la terapia racional emotiva de Ellis. La terapia cognitiva de Beck. El entrenamiento en inoculación de estrés de Meichenbaum y la terapia de solución de problemas de D´Zurilla.

En conclusión, la Terapia Cognitivo Conductual se establece como un pilar fundamental en el tratamiento de trastornos psicológicos, destacándose por su enfoque práctico y basado en evidencia. Su efectividad, reflejada en innumerables estudios y experiencias clínicas, reside en su capacidad para equipar a las personas con estrategias que transforman su manera de pensar, sentir y actuar.

Al fomentar la autogestión y el autoconocimiento, la Terapia Cognitivo Conductual no solo contribuye a la recuperación de la salud mental, sino que también promueve un crecimiento personal sostenible, abriendo el camino hacia una vida más plena y equilibrada. Su adaptabilidad a distintos contextos y poblaciones amplía aún más su alcance, consolidándola como una de las herramientas terapéuticas más valiosas y transformadoras en la psicología contemporánea.

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Citar:

Becoña, E., Oblitas, L. (27 noviembre, 2017). Terapia Cognitivo Conductual. Antecedentes y características. Instituto Salamanca. https://institutosalamanca.com/blog/terapia-cognitivo-conductual-antecedentes-y-caracteristicas

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