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Enfoque cognitivo para la ansiedad

Enfoque cognitivo para la ansiedad

José Gutiérrez Maldonado
Universidad de Barcelona, España


El Enfoque Cognitivo para la ansiedad se basa en la idea de que los pensamientos y creencias negativas y distorsionadas contribuyen al desarrollo y mantenimiento de la ansiedad.

Si bien algunos conceptos cognitivos ya habían entrado a formar parte de teorías psicopatológicas conductuales, aún no habían alcanzado en estas el estatus de conceptos centrales, determinantes fundamentales del comportamiento anormal, que continuaba reservado para las relaciones funcionales entre estímulos y repuestas.

Gran parte de los modelos de trastornos mentales elaborados desde este enfoque están basados en la analogía mente-ordenador. La mente es entendida como un sistema de procesamiento de información que, como los ordenadores, recibe, selecciona, transforma, almacena y recupera datos. Los trastornos mentales pueden ser explicados a partir de un mal funcionamiento de algunos componentes de ese sistema.

Teorías de enfoque cognitivo de la ansiedad

Pueden destacarse tres teorías de enfoque cognitivo de la ansiedad en el contexto del procesamiento de información:

  • La teoría de Lang sobre procesamiento de imágenes y afectos.
  • Teoría de red asociativa de Bower.
  • La teoría del esquema de Beck. A estas puede añadirse la de Tous (1986).

Teoría de Lang sobre procesamiento de imágenes y afectos

Lang (1968) propone que toda la información es codificada en el cerebro de manera abstracta y uniforme. Incluso las imágenes (rechazando, por tanto, la idea comúnmente aceptada de que estas son representadas en el cerebro de forma icónica o análoga. Las imágenes no son representaciones sensoriales, sino estructuras proposicionales que, en consecuencia, pueden incluir características semánticas asociadas a los estímulos (p. ej.: «volar en avión es peligroso»). De manera más detallada, Lang propone que la memoria emocional contiene tres tipos de información:

  • Información sobre estímulos externos. Referente a sus características físicas.
  • Información sobre las respuestas asociadas a los estímulos. Incluyendo la expresión facial, la conducta verbal, respuestas de aproximación o evitación y cambios viscerales y somáticos.
  • Proposiciones semánticas. Que definen el significado de los estímulos y de las respuestas asociadas a ellos (probabilidad de ocurrencia, consecuencias de las respuestas, etc.).

Las proposiciones se agrupan en la memoria en redes. Estas constituyen una especie de programas afectivos, produciendo una expresión afectiva determinada cuando se activa un número suficiente de proposiciones de una red.

Tanto la teoría de Bower (1981) como la de Beck (1976) de enfoque cognitivo han sido formuladas fundamentalmente para intentar explicar la depresión. También son aplicables también a la ansiedad. Coinciden en proponer que la ansiedad es resultado de una estructura cognitiva disfuncional que lleva a un sesgo en el procesamiento de información. Este sesgo consiste en que se presta más atención a los aspectos amenazadores del entorno que a otros. Las señales de peligro (real o posible) son amplificadas por la atención de la persona que sufre ansiedad, de manera que ocupan la mayor parte de su conciencia.

Teoría de Tous

Tous (1986) plantea un modelo de ansiedad basado en el procesamiento de información. Sugiere la necesidad de diferenciar la ansiedad patológica de la ansiedad no patológica; esta constituye un mecanismo adaptativo para el individuo, priorizando los procesos de percepción sobre los de respuesta ante situaciones que pueden suponer novedad o peligro, y permitiendo con ello la selección de una respuesta no impulsiva sino adecuada a la complejidad de la situación. La ansiedad patológica consistiría en un funcionamiento exagerado de este mecanismo, llevando a una inhibición desproporcionada de la respuesta ante situaciones en las que no es necesario tal grado de inhibición.

En los años 60 surgen los que se suelen considerar como los primeros modelos cognitivos de la emoción, en los que se empieza a suponer que hace falta cierta actividad cognitiva (procesos de atribución de causalidad, o valoración de las consecuencias de la situación, por ejemplo) para que se desarrolle una reacción emocional.

En general se suele decir que las situaciones son solo potencialmente ansiógenas porque no siempre producen reacciones de ansiedad. Desde los modelos cognitivos se considera que lo que genera la reacción es el significado o la interpretación de la situación que hace el individuo.

En ocasiones el individuo reconoce (es consciente) de que la situación no supone una amenaza objetiva para él, pero no puede controlar voluntariamente su reacción de ansiedad. De entre todos aquellos factores de tipo cognitivo que se han estudiado, destacan los sesgos en el procesamiento de la información.

Enfoque cognitivo para la ansiedad, perfil de vulnerabilidad

Las personas con vulnerabilidad para el desarrollo de trastornos de ansiedad, tienden a pensar en asuntos relativos, amenaza reales o posibles, sobre todo en torno a tres temas: aceptación, competencia y control. En situaciones ansiógenas donde está implícita una evaluación social o un potencial rechazo de los otros, posibles críticas laborales o una pérdida del control ejercido sobre el ambiente, se desencadena el estado emocional ansioso. Las formas de pensar ansiógenas dirigen el procesamiento hacia los aspectos internos y externos congruentes con ellos, de manera que el individuo atiende selectivamente a los estímulos amenazantes del ambiente, da interpretaciones amenazantes a los estímulos ambiguos y recupera de la memoria información relativa a la amenaza en mayor medida que información neutra o positiva.

La preocupación es una de estas formas de pensar sesgadas, y uno de los síntomas característicos de diferentes cuadros de ansiedad. Puede definirse como una cadena de pensamientos e imágenes, relativamente incontrolables, acompañados de un estado afectivo negativo. Constituye una tentativa de solucionar un problema, cuyo resultado es incierto y que contiene la posibilidad de una o más consecuencias negativas.

Diversas teorías de enfoque cognitivo han contribuido al esclarecimiento de las características de este sesgo de interpretación del entorno, tan característico de la ansiedad.

Teoría del aprendizaje

Según la teoría del aprendizaje, las preocupaciones se desencadenarían ante determinados estímulos del entorno, que habrían adquirido su carácter de amenaza a través del condicionamiento clásico por su asociación con circunstancias vitales frustrantes (aquellas en las que se produce discrepancia entre el rendimiento real del sujeto y sus expectativas). La preocupación, además, se constituiría como una conducta cognitiva de evitación con la propiedad de reducir la activación fisiológica, con lo que la persona invertiría cada vez más tiempo en esta actividad reforzante, por sus efectos reductores de la activación fisiológica excesiva y desagradable.

Es posible identificar la preocupación con una conducta cognitiva evitativa de tipo lingüístico, caracterizada por reducir o inhibir las actividades: imaginaria y fisiológica.

Hipervigilancia

Las preocupaciones ponen en marcha un ciclo capaz de retroalimentarse. Producen una autofocalización de la atención, que consiste en un estrechamiento atencional o hipervigilancia que impide redirigir la atención sobre los estímulos externos, lo que lleva a una sensación de incontrolabilidad de las preocupaciones. Por efecto de esta hipervigilancia se desencadena un estado afectivo negativo que produce un aumento de la activación fisiológica. Esa activación fisiológica hace que la autofocalización sea cada vez mayor, y que también aumente la incontrolabilidad de las preocupaciones.

La hipervigilancia consistiría, inicialmente, en un constante rastreo de los estímulos ambientales, con motivo de la detección de cualquier posible amenaza. En esta primera fase, el espectro de atención es muy amplio, es fácil que el sujeto evalúe un gran número de estímulos neutros como potencialmente amenazantes y que su procesamiento se vea interferido por numerosos estímulos irrelevantes, redundando en una elevada distracción.

Posteriormente, una vez que el individuo focalizase su atención en los estímulos amenazantes, el sesgo selectivo atencional, centrado en la amenaza, impediría que pudiese fijar su atención en cualquier otro aspecto del input sensorial más positivo, que hubiese ayudado a solventar las actuales circunstancias. En esta segunda fase se aprecia, entonces, un estrechamiento del espectro de atención, con una fuerte focalización sobre el peligro y la imposibilidad de redirigir la atención a cualquier otra parte del campo estimular.

Referencias

Beck, A. T. (1976): Cognitive therapy and emotional disorders. Madison, C. T.: International University Press.

Bower, G. H. (1981): Mood and memory. American Psychologist, 36. pp. 129-148

Tous, J. M. (1986): Psicología de la Personalidad. Barcelona: PPU.

Citar:

Gutiérrez, J. (27 marzo, 2023). Enfoque cognitivo para la ansiedad. Instituto Salamanca. https://instsal.me/r9br6


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