Las revistas científicas para publicación de artículos y los libros son las fuentes primarias que difunden el conocimiento científico y tecnológico en nuestro mundo.
No hay duda de que las revistas seriadas cumplen un papel fundamental en la divulgación del conocimiento, desde que surgieron en el siglo XVII.
Los artículos publicados en revistas de prestigio, son considerados como el “norte” en la brújula del avance científico, pues nos indican con mayor rapidez hacia dónde se mueven las investigaciones y cuáles son los temas preponderantes que arrojan resultados teóricos y aplicados.
A nivel mundial hay, generalmente, algunas instituciones detrás de la financiación, edición y distribución de las revistas científicas; como son las instituciones universitarias, las asociaciones o sociedades científicas y las compañías editoriales privadas.
Las más antiguas han sido las sociedades científicas (como por ejemplo The Royal Chemical Society), que se han preocupado por hacer circular la información especializada y, con el paso de los años, algunas de ellas han ganado un gran prestigio a nivel mundial. Pero también las instituciones universitarias han creado sus empresas editoriales especializadas para la publicación de artículos (como Chicago University Press, Cambridge University Press), que con el paso de los años se han consolidado como “faros” que iluminan el conocimiento en el mundo occidental.
Editoriales privadas de revistas científicas
En los últimos años, las empresas editoriales privadas han visto en la distribución del conocimiento científico de punta, una rentable empresa de la cual ya hacen parte.
Desgraciadamente, esto solo sucede en los países del llamado primer mundo. La globalización —“curiosamente”— aún no ha hecho que esto mismo suceda en los países del “tercer mundo”.
En Latinoamérica la distribución de conocimiento está concentrada y manejada por instituciones universitarias y asociaciones científicas. Que a su vez cuentan con obvios problemas de orden económico (debido a la baja inversión en investigación básica en estos países); que implican los aumentos en los costos para el suscriptor, lo que dificulta aún más su distribución masiva.
Obviamente, para las editoriales privadas no es rentable sostener revistas que no se mueven dentro del ámbito de la ciencia, la tecnología punta y la medicina (cosa que generalmente hacen los países desarrollados); por lo tanto, es difícil encontrar la financiación privada del proceso en los países “en vías de desarrollo”.
Ahora bien, si nos trasladamos al espectro de las ciencias humanas y sociales, la cuestión es aún más difícil y, en momentos, desalentadora. El proceso para desarrollar y mantener revistas científicas en estas áreas, se debe a esfuerzos titánicos de ciertas instituciones o personas sobresalientes en sus actividades académicas en toda Latinoamérica.
Pero la publicación de artículos, el mercado del conocimiento científico y su distribución masiva evoluciona. Por ejemplo, la psicología se aprovecha la tecnología ofrecida por Internet. Esta arroja nuevas perspectivas para eliminar gastos y abreviar la producción y distribución de las revistas científicas: estas son las revistas electrónicas o virtuales.
Revistas científicas electrónicas
Una de las estrategias para evadir las dificultades económicas, que impiden el sostenimiento de las revistas científicas en su formato de papel, ha sido precisamente la ventana que ha abierto Internet con las revistas electrónicas.
Las revistas electrónicas surgen en la década de los 80. Pero es desde los 90, cuando realmente empiezan a tener un lugar destacado. Punto que en este siglo es cada vez más importante, por ser un medio excelente para la publicación de artículos y difusión del conocimiento.
Es necesario diferenciar las revistas electrónicas de las ediciones electrónicas. Las segundas corresponden a una muy usual estrategia actual de las tradicionales revistas en papel. Para no quedarse aisladas de las posibilidades que ofrece Internet de intercomunicación rápida, masiva y barata; las antiguas revistas en los diferentes campos del conocimiento sobre todo las anglosajonas, pero cada vez más común en las publicaciones iberoamericanas; han decidido crear ediciones virtuales paralelas a sus ediciones en papel, donde ofrecen gran cantidad de información sobre sus artículos publicados y algunas de ellas. También se brinda el acceso directo a varios o todos sus artículos en formato digital.
Pero las revistas electrónicas, a diferencia de las ediciones electrónicas, han sido creadas exclusivamente para difundirse por medio de Internet y en formato digital únicamente.
El formato electrónico ofrece nuevas posibilidades que superan a la edición tradicional, que por ejemplo, no está condicionada a restricciones geográficas. La edición tradicional ve disminuir sus lectores a medida que aumenta la distancia entre el productor y el cliente. Esto debido a que los costos también aumentan proporcionalmente. Un precio elevado para un tiraje pequeño y dificultades en la distribución, pueden hacer que la edición tradicional implique muchos problemas económicos y logísticos; más en países donde las subvenciones y apoyos a la investigación y su difusión, son muy limitados.
Ventajas de la edición digital
Una de las principales ventajas de las revistas científicas electrónicas y la publicación de sus artículos es a nivel económico. La edición digital permite difundir a un mayor número de investigadores y profesionales los progresos alcanzados en el campo de trabajo con muy bajos costos de producción. A su vez, este aumento de visibilidad influye en un aumento en la productividad de los investigadores. Dando a conocer mucho más lo que se está desarrollando en la región.
Por otro lado, la edición electrónica ofrece otro tipo de ventajas. Ejemplo, su realización es muy flexible en cuanto al tamaño del artículo. Ya que no está restringida al papel y a una cantidad determinada de páginas para la publicación de artículos. Permite un mejor control sobre los procesos editoriales. Su mayor flexibilidad está en la posibilidad de ampliar o modificar un artículo, una vez este ha sido publicado. Ya que no depende de una edición física, no hay problemas de costos por una modificación posterior.
En cuanto a la distribución, esta se facilita exponencialmente. Todo lector puede acceder al último número en cualquier momento. No hay que limitarse a un número determinado de tiraje. Hay una fluida distribución en la red, no implica gastos de envío. Se puede desarrollar medios de publicidad y difusión utilizando la misma red, así como, convertirse en un portal de publicidad para organizaciones y productos afines.
Otra de las grandes ventajas, es que normalmente se accede al e-mail de los autores. Esto facilita la publicación de artículos y el contacto directo con los lectores, la localización de los especialistas, la construcción de comunidad científica virtual, el debate y la colaboración, así como, futuras alianzas para nuevas investigaciones.
Desventajas de la edición digital
Sin embargo, no todo son ventajas. Por un lado, está la duda sobre la capacidad de conservación del material valioso en la red a través del tiempo. Como lo hacen en la actualidad nuestras bibliotecas. Por otro, están los grandes y rápidos cambios, producto del desarrollo tecnológico (herramientas de programación, lenguajes y programas nuevos, etc.); que alteran a las comunidades académicas, acostumbradas a medios y situaciones más estables en el tiempo. Precisamente esto, nos da una pista sobre la más terrible desventaja que debe vencer la revista electrónica: la comunidad científica es muy conservadora.
La comunidad académica no valora en igualdad de condiciones la publicación de artículos impresa en papel y la electrónica. Precisamente por su talante conservador, prefiere la primera, ya que la valoración del estatus de los miembros de la comunidad, está determinado por la cantidad y, sobre todo, calidad de los artículos producidos. Esta calidad se suele medir dependiendo del estatus o valor que tenga la revista que ha publicado el artículo. Y la valoración de la revista está determinada en gran medida por su nombre, antigüedad. También por la calidad de los pares que revisan el material que se publica. Es muy probable, por lo tanto, que la comunidad actual infravalore las publicaciones electrónicas por un tiempo.
Sin embargo, las revistas científicas electrónicas tienen en sus hombros la posibilidad de convertirse en medios de difusión de conocimiento con excelente calidad. Porque aunque las ventajas que las cobijan son bastantes y cada vez ganan más espacio en medio de la realidad científica; es necesario que aumenten su estatus como publicaciones de igual calidad que las tradicionales. Esto es particularmente importante para nuestra región, porque son una alternativa interesante de comunicación y difusión del conocimiento a través de la publicación de artículos que Iberoamérica produce para Iberoamérica.
El papel de los editores en las revistas científicas
El papel que el editor de las revistas juega en el mundo científico es fundamental. Por un lado, es quien primordialmente cumple la función de selección del material que va a ser publicado. Esto, por lo tanto, le imprime un gran poder en la difusión del conocimiento. De una u otra forma, está en sus manos decidir qué tipo de estudios, investigaciones o revisiones se darán a conocer al mundo científico. De hecho, su trabajo es el que finalmente filtra cuáles son las tendencias científicas. En la medida en que estas se vuelven más visibles y otras no.
Por lo tanto, el editor tiene un gran poder en sus manos, pero a la vez una gran responsabilidad sobre sus hombros.
Funciones del editor
Para garantizar que se cumplen los criterios de calidad y las políticas de la publicación de artículos que maneja, el editor debe estar a cargo de varios frentes. Debe recibir el artículo de parte del escritor/autor, seleccionar el material, hacer valoraciones críticas al mismo. Responde por la corrección de estilo, de forma y de idioma (incluso de traducción cuando se requiera) en los manuscritos. De tal manera, que se garantice la claridad en el material presentado en la revista. Obviamente, para poder cumplir todas estas funciones, el editor puede servirse de la asesoría de personal idóneo en cada campo particular.
Como filtro y básicamente como orientador académico, el editor debe contar con el apoyo de un Comité Editorial muy fuerte. Este comité estará conformado por pares científicos en los diferentes campos de la disciplina (o de los tópicos específicos que maneja la publicación en sí) y con el reconocimiento de la comunidad científica internacional. Esto es muy importante, pues garantiza que el lector pueda evaluar la revista como una publicación de excelente calidad, ya que los artículos publicados han sido revisados y aprobados por reconocidas figuras en el área particular.
La evaluación de artículos en las revistas científicas
El comité de revistas científicas está formado, generalmente, por personalidades de gran reconocimiento en su área de trabajo. Aparte de las actividades típicas que el comité que desarrolla, como la definición de políticas, objetivos, posicionamiento, ampliación de visibilidad, etc., también eventualmente, algunos de sus miembros, actúan como evaluadores de los manuscritos que son enviados para la publicación de artículos en la revista.
Sin embargo, existen especialistas que son contactados por las revistas específicamente para esta tarea —que se conoce como evaluación por pares o revisión de expertos— y son los que conforman el Comité de Lectura o Revisión. Si el artículo en cuestión supera la prueba de evaluación, entonces se considera que el conocimiento expuesto ha superado la crítica rigurosa de especialistas en el área. Esto determina un nivel de calidad y originalidad suficiente como para ser publicado.
Con lo anterior, el conocimiento expuesto en el artículo se vuelve visible a la comunidad científica. Además, tiene el valor añadido, de que por el solo hecho de ser publicado, se percibe como un artículo de calidad que ha pasado las pruebas necesarias para ser expuesto.
Para asegurar que la revisión por pares esté “libre de valores”, se busca hacer una cuidadosa selección de especialistas en el campo. Los expertos a su vez han pasado ya, por todas las etapas que implica conseguir la publicación de sus artículos en diferentes medios de circulación internacional.
Revisión ciega
Otro medio que asegura imparcialidad en las evaluaciones, es la “revisión ciega”. Este método implica que los revisores no conocen el nombre de los autores de los artículos que están revisando y, a su vez, los autores no conocen los nombres de los revisores, ya que su puente de unión es el editor. Sin embargo, generalmente el anonimato es unidireccional, es decir, los autores no saben quién verifica su material, pero el revisor si conoce de quién es. Otras revistas, no obstante, utilizan la verificación abierta, con conocimiento bidireccional. Sin embargo, donde generalmente hay más de un experto comprobando el mismo texto, e incluso tres, cuando hay un fuerte desacuerdo entre los dos primeros.
Los resultados de la evaluación pueden dar lugar a diferentes posibilidades. Por ejemplo, entre la polaridad expuesta por la aceptación total del manuscrito y el rechazo total del mismo, puede aceptarse con recomendaciones puntuales, en cuanto a contenido, forma o metodología. El autor decide si asume las recomendaciones, y es el editor quien al final toma la decisión de la publicación o no del manuscrito.
Revisión pública
Ahora, con el desafío de las revistas electrónicas, puede que se desarrollen importantes cambios en la evaluación de los artículos. Por ejemplo, la sugerencia que anteriormente citábamos del químico cuántico español, Juan Miguel Campanario, quien solicitaba que las revistas publicaran en Internet los artículos rechazados para revisión pública. Al parecer, actualmente algunas revistas de Física, tienen una lista electrónica abierta de artículos rechazados, que el público puede visitar, leer e incluso comentar.
El resultado es, que se evalúa el nivel de visita a cada artículo, así como el desarrollo de discusión alrededor de él, lo cual permite revalorar su publicación oficial en medios tradicionales de papel de amplia circulación nacional o internacional. Esta interesante práctica, aún no se ha extendido fuera de la física a otras áreas de investigación. Sin embargo, deja prever un amplio desarrollo en las técnicas de evaluación del conocimiento científico para el futuro.
Por otro lado, la rapidez ofrecida por Internet, puede ser un interesante contrapeso al acostumbrado tiempo de demora de los revisores para emitir sus fallos, que traen como consecuencia, lentitud en el proceso de impresión, publicación de artículos y de distribución de las revistas.
Problemas en la evaluación por pares en las revistas científicas
El actual sistema de evaluación por pares o iguales, como todo sistema, adolece de fallas, y diferentes autores han resaltado de manera crítica la necesidad de cambiar algunos aspectos del mismo.
Por ejemplo, como expone en un interesante artículo el Dr. Buela-Casal (2003), es necesario afinar el sistema de evaluación de la calidad y selección de los artículos enviados a las revistas científicas, en general, y de la psicología como área de investigación, en particular.
Por un lado, estarían los sesgos del director o editor. Por otro, la objetividad de los revisores y, finalmente, los criterios en los cuales se basa la evaluación del artículo.
Todo director de una revista demarca una serie de sesgos al ejercer su función. Por ejemplo, puede potenciar la publicación de artículos de sus temas de interés en detrimento de otras áreas de igual importancia, pero que para el director, en particular, no son tan atractivas. Además, el director influye al ser él quien elige o aconseja cuáles pueden ser los revisores de la revista. También decide a qué revisores encargar la evaluación, y no todos mantienen el mismo nivel a la hora de ser estrictos en la aplicación de los criterios de evaluación.
Por otro lado, no debemos olvidar, que aunque los revisores no conozcan quiénes son los autores del artículo, los directores sí. Son estos quienes finalmente toman la decisión de si se publica o no el artículo. Esto con base en los resultados de las evaluaciones, el área sobre la cual aporta y un posible “efecto tornado de citas”, si el autor o autores son altamente citados dentro de la comunidad científica (punto sobre el que volveremos más adelante).
El sesgo de correlaciones positivas
Finalmente, existe un importante sesgo que muy pocas veces se hace explícito. Este es la fuerte tendencia a publicar artículos que encuentran efectos o correlaciones positivas y dejar a un lado los que no, aunque sean metodológicamente correctos.
Si echamos una mirada a los revisores y su pretendida objetividad, también podemos encontrar —de la mano de Buela-Casal— una serie de sesgos que claman por una modificación del actual sistema de evaluación de manuscritos.
Primero que todo, los revisores no han sido, ni están cualificados especialmente para su papel como revisores. Generalmente, se les elige por su capacidad, reconocimiento, nivel de especialización sobre un tema, amistad con el director, etc. Pero el hecho de que un revisor sea un experto y un excelente investigador en un área, no le cualifica automáticamente como revisor. Un problema añadido en la cualificación del revisor, es que su trabajo no es remunerado, sino que se ejerce de forma “filantrópica”.
Los revisores no son necesariamente más cualificados ni más conocidos que los autores a los cuales revisan. De hecho, los revisores no son mejores investigadores por el hecho de ser revisores, pues sus artículos sometidos a evaluación también son rechazados.
Los revisores aprenden por “experiencia” su papel. No han sido cualificados para el mismo y, como tal, los criterios de revisión que suelen utilizar no son tan claros ni específicos como se desearía. Por esta razón terminan dependiendo de la persona, más que de la verificación. Asimismo, el siguiente problema es que al no haber unos criterios comunes que salven la subjetividad. Los resultados de dos evaluaciones sobre un mismo material pueden ser totalmente contradictorios.
Sesgo de actualidad
Por otro lado, todo revisor puede obedecer a sesgos, si los resultados de los artículos que evalúa no correlacionan con su visión teórica o la visión actual sobre el tema; esto decapita la posibilidad de difusión de trabajos totalmente innovadores.
Finalmente, el Dr. Stemberg (2003, citado por Buela-Casal, 2003), retoma los problemas del anonimato en la evaluación de los revisores.
El doble ciego en la revisión, que es una medida de objetividad. Puede convertirse en un inconveniente, cuando los revisores se escudan en el anonimato para realizar críticas crueles y desproporcionadas. Se enfoca no en el argumento, sino en juicios de valor que ridiculizan y minan la autoestima de los jóvenes investigadores que envían sus artículos por primera vez para su publicación.
Como dice Stemberg:
“… tengo entendido que cuando se trata de revisar artículos, no existe un campo en que los revisores ataquen de forma más cruel que las de algunos psicólogos. De lo que tengo constancia, es que más de una vez en mi carrera profesional, me ha asombrado la crueldad con la que atacan mi propio trabajo y el de otros, generalmente, bajo el manto del anonimato”.
(pág. 29, Buela-Casal, 2003).
Como hemos visto, es necesario desarrollar unos criterios claros de evaluación. Estos deben modificar, complementen y perfeccionar el sistema actual para dar a conocer los trabajos de los investigadores. Esto ayudaría mucho a aumentar la objetividad en el papel de los revisores a la hora de exponer sus evaluaciones.
Criterios mínimos objetivos a la hora de someter artículos
Debe haber un equilibrio entre criterios de forma, como el rigor metodológico, el uso correcto del lenguaje, la claridad expositiva, la adecuación de la bibliografía, etc. También criterios de fondo, como la relevancia del tema o las aportaciones del trabajo, que deben evaluarse de manera no genérica y complementarse con otros criterios, como la validez interna/externa, la utilidad, la implementación y la originalidad o innovación del artículo.
Este es un trabajo para la comunidad científica en general muy importante para el desarrollo de las profesiones y disciplinas. Como lo resalta el Dr. Buela-Casal, no pretende ser una crítica destructiva contra directores de revistas y revisores. El sistema de evaluación, sin duda, no es malo per se, pero es necesario retroalimentarlo por medio de críticas constructivas, que ayuden al desarrollo de un excelente criterio de filtro, que permita que los mejores artículos se difundan rápidamente, mejorando la calidad de nuestro quehacer.
La evaluación de las revistas científicas
Hemos explicado el sistema de evaluación que utilizan las revistas para aceptar o rechazar los artículos sometidos a estudio. En esta ocasión, vamos a referirnos al sistema de evaluación y clasificación de las revistas mismas.
Tradicionalmente, las revistas han sido evaluadas según algunos índices bibliométricos, entre los cuales, los más conocidos son el factor de impacto y el factor de prestigio. Con ellos se logra obtener un buen indicador del nivel de difusión de un artículo dentro de la comunidad científica. Sin embargo, el problema surge cuando se extrapola, que tales índices son buenos indicadores de calidad del artículo publicado. Esto no tiene por qué ser necesariamente cierto. Además, con base en estos índices de impacto, se ha empezado a evaluar a los investigadores, los centros de investigación, las publicaciones periódicas, las universidades e incluso los países. Se comprende, que un índice cuantitativo pueda tentar a pensar que se obtiene un buen nivel objetivo de análisis de la calidad de los artículos, pero nada más lejos de la realidad.
Numerosos autores han recalcado el cuidado en la utilización de estos índices de impacto para la evaluación, entre ellos Pelechano (2002), Stemberg (2001) y Buela-Casal (2002, 2003)4. Estos y otros muchos autores desde diferentes perspectivas, advierten de la precaución que hay que tener a la hora de igualar impacto y difusión, con calidad. También a la necesidad de desarrollar otros índices cuantitativos y cualitativos, que sean más justos a la hora de evaluar la calidad de un trabajo investigativo publicado en las diversas revistas, por ejemplo en psicología.
El Factor de Impacto
Se debe ser muy cauto a la hora de interpretar el factor de impacto de un trabajo/artículo. También tener en cuenta las restricciones intrínsecas de los índices, como por ejemplo, que el factor de impacto se basa exclusivamente en las citas de un período de dos años y no tiene en cuenta el prestigio donde se producen tales citas. Eso es un sesgo importante, pero tan importante como aquel, es que los factores de impacto puede ser manipulados, como bien demuestra el Dr. Buela Casal (2002) con los “Diez Mandamientos para incrementar las citas”.
El factor de impacto fue propuesto por Garfield en 1955, y fue utilizado por primera vez en 1963, para cuantificar las publicaciones en la edición del Science Citation Index (SCI).
Actualmente, el SCI es la publicación más importante del Institute for Scientific Information (ISI). Como contraparte, el factor de prestigio ha sido recientemente desarrollado por una empresa canadiense (Factorprestige) como una alternativa al ISI.
Los dos índices, aunque miden lo mismo, tienen diferencias considerables, como el número de bases de datos o si incluyen o no a las citas procedentes de artículos de revisiones, etc.
Derivaciones propuesta al Factor de Impacto
Buela–Casal (2003), con el fin de subsanar algunos de los problemas ya referidos sobre tales índices, se ha encargado de diseñar y proponer una serie de índices cuantitativos complementarios como:
- Factor de Impacto Medio de las Revistas donde se producen las Citas (FIMRC).
- El Factor de Impacto Ponderado (FIP).
- Factor de Prestigio Medio de las Revistas donde se producen las Citas (FPMRC).
- El Factor de Prestigio Ponderado (FPP).
- Porcentaje de Interacción Parcial de Citas (PIPC).
- El Porcentaje de Interacción Mutua de Citas (PIMC).
Con ello, se cumple el objetivo principal de ponderar el valor de las citas en función del impacto o prestigio de la revista donde se producen las citas. De esta manera que todas las citas no tienen el mismo valor, sino que dependen del prestigio de la publicación de artículos que las produzca.
Con esto, el autor pretende, no solo re-alimentar el debate sobre la calidad de la producción científica, sino mejorar la interpretación de lo que nos dicen los índices de difusión. Además de recordarnos el arduo trabajo que queda por delante para propiciar el desarrollo de medidas cualitativas de calidad, que complementen los índices cuantitativos ya desarrollados.
Buela-Casal, G. (2002). La evaluación de la investigación científica: el criterio de la opinión de la mayoría, el factor de impacto, el factor de prestigio y los “Diez Mandamientos para incrementar las citas”. Análisis y modificación de la conducta. 28, pp. 455-476.
Buela-Casal, G. (2003). Evaluación de la calidad de los artículos y de las revistas científicas: propuesta del factor de impacto ponderado y de un índice de calidad. En Psicothema, Vol. 15 (1), pp. 23-35.
Buela-Casal, G. (2003). Evaluación de la calidad de los artículos y de las revistas científicas: propuesta del factor de impacto ponderado y de un índice de calidad. En Psicothema, Vol. 15(1), pp. 23-35.
Pelechano, V. (2002). Epílogo del Monográfico 2002. La valoración de la actividad científica. Análisis y modificación de la conducta. 28, pp. 477-479.
Stemberg, R.J. (2001). Where was it published. Observer, 14, 3.
El don supremo que nos ha dado nuestro Credo es PENSAR. Y la Revista Científica con su Credo coincide.