El Síndrome de Alienación Parental (SAP) trata de reunir un conjunto de características presentes en diversos casos de separación o divorcio. El síndrome se da principalmente en el contexto de conflictos de custodia entre los padres y tiene que ver con una campaña de denigración exagerada o sin justificación, contra uno de los padres por parte del padre alienador, transformando la conciencia, valoración y vínculo que tienen los hijos con el padre objeto de la denigración[1].
Como resultado, en muchos procesos de divorcio y conflicto de custodia, los hijos terminan alienados contra uno de los padres. Ellos consideran y expresan que ha sido su propia decisión rechazar y denigrar al padre. Por consiguiente, muchas veces no son conscientes de la programación y manipulación que el padre alienador ha ejercido para ponerlos en contra del otro progenitor. El hijo puede ser considerado como un traidor por el hecho de querer a su otro padre, debido a la presión ejercida.
Richard Gardner
Richard Gardner, médico psiquiatra estadounidense, fallecido en el año 2003, fue quien postuló y defendió hasta su muerte la importancia del Síndrome de Alienación Parental.
Para Gardner, en el síndrome los niños son adoctrinados por padres vengativos. En esta situación, recomendaba que se retirara la custodia de los padres alienantes y se le trasladara a los padres alienados, acusados de abuso. Obviamente, tal postura, desato el desacuerdo entre los diferentes profesionales[2]. Sus ideas fueron muy cuestionadas[3], y hasta el día de hoy el SAP no constituye una entidad médica ni clínica, y por lo tanto, no está incluido en ningún manual de diagnóstico como el CIE o el DSM, quienes rechazaron su inclusión en la lista de síndromes.
El Dr. Gardner, trabajaba desde los años setenta en diferentes evaluaciones y estudios para las cortes judiciales, en esos años escribió varios libros sobre los hijos, los padres y el divorcio.
A partir de la década de los ochenta Gardner empezó a notar un aumento sustancial de los hijos que después de la separación mostraban conductas con el fin de denigrar a uno de los padres, llevándoles incluso al odio exacerbado. Por esta razón, Gardner postuló el Síndrome de Alienación Parental, para referirse a los síntomas que presenta un hijo cuando denigra y rechaza sin justificación verdadera a uno de los padres después de la separación.
Síndrome de Alienación Parental. Los detractores
Como hemos visto el Síndrome de Alienación Parental (SAP) es una propuesta controvertida llena de mucho debate desde sus inicios. Diferentes autores lo han defendido, pero otros lo han atacado y criticado.
Veamos algunos elementos de esta discusión, empezando por los críticos como Escudero y cols. (2008)[4], que deciden estudiar los argumentos que defiende el creador del SAP, Richard Gardner, en sus diferentes publicaciones a lo largo de casi 25 años.
Según Gardner (1991, citado por Escudero y cols., 2008), “El síndrome de alienación parental (SAP) es un trastorno infantil que surge casi exclusivamente en el contexto de disputas por la custodia de los niños. Su manifestación primaria es la campaña de denigración del niño contra un padre, una campaña que no tiene justificación. Ello resulta de la combinación de una programación (lavado de cerebro) de adoctrinamiento parental y de las propias contribuciones del niño para el vilipendio del padre objetivo.
Cuando un “maltrato/abuso sexual” está presente, la animosidad puede estar justificada y así la explicación del síndrome de alienación parental para la hostilidad del niño no es aplicable” (p. 285-286).
Según Escudero y cols. (2008), para Gardner el SAP constituye un cuerpo indivisible comprendido entre su formulación teórica como «síndrome médico puro» y su aplicación final como «terapia de la amenaza». Amenaza que se basa en el cambio inmediato de la custodia y la posibilidad de aumentar las restricciones de contacto entre el progenitor –habitualmente la madre– y el/la hijo/a diagnosticados de desarrollar un SAP.
Gardner considera que el SAP es un trastorno relativamente ‘puro’ cuando es comparado con otros desórdenes psiquiátricos. Sin embargo, no existe ninguna definición de pureza en la obra de Gardner, este autor alude a que su «consistencia es la que hace que los niños con SAP se parezcan unos a otros. Debido a estas consideraciones el SAP es un diagnóstico relativamente “puro” y que puede ser fácilmente hecho, según su creador.
Al ser expresada de esta forma pareciera que la atribución de pureza pertenece al campo de lo evidente, al mundo natural en el que se manifiestan las enfermedades físicas.
Para Escudero y cols. (2008) Gardner otorga así a su idea de «pureza» la categoría de premisa incuestionable que argumenta la naturaleza sindrómica del concepto sin la necesidad de aportar previamente ningún dato empírico.
El SAP, definido por tanto como síndrome médico y trastorno infantil, surgiría de la concurrencia de ocho síntomas presentes en el niño:
- Una campaña de denigración.
- Racionalizaciones débiles, absurdas, o frívolas para la desaprobación.
- Ausencia de ambivalencia.
- El fenómeno del «pensador-independiente».
- Apoyo reflexivo al padre alienante en el conflicto parental.
- Ausencia de culpa sobre la crueldad y/o explotación hacia el padre alienado.
- La presencia de escenarios prestados.
- Extensión de la animosidad hacia los amigos y/o familia extendida del padre alienado.
Sin embargo, nuevamente Gardner no aportará ningún dato empírico. Es él quien sostiene que lo que ha descrito es médico. Para demostrarlo se basará en una única analogía, la misma a la que recurrirá a lo largo de toda su obra, la equidad que establece entre el «Síndrome de Alienación Parental» y el «Síndrome de Down».
“El síndrome (SAP) tiene una pureza debido a que la mayoría de (si no todos) los síntomas en el conjunto se manifiestan previsiblemente juntos como un grupo. A menudo, parecen no estar relacionados, pero lo están realmente porque tienen generalmente una etiología común. Un ejemplo podría ser el Síndrome de Down […]. La etiología común de estos síntomas dispares se relaciona con una anormalidad cromosómica específica. Es este factor genético el responsable de agrupar juntos estos síntomas aparentemente dispares. Hay entonces una causa primaria, causa básica del Síndrome de Down: una anormalidad genética” (Gardner, 2002 citado por Escudero y cols., 2008, p. 88).
La analogía empleada por Gardner es la siguiente: Dado que la «aparente» desconexión de los síntomas del Síndrome de Down indicaría la existencia de un síndrome, «entonces» de igual forma, la «disparidad» de los ocho síntomas descritos en el SAP constituye un síndrome. A partir de aquí, la asignación al SAP de una etiología precisa, de una causa básica, estará próxima. Pero como sabemos, en ciencias médicas, la analogía no otorga ninguna confirmación científica.
Síndrome de Alienación Parental. Los defensores
Ante las situaciones de divorcio que se dan en las parejas actuales, pueden surgir muchas situaciones conflictivas, una de ellas cuando existen hijos de por medio, es el Síndrome de Alienación Parental (SAP).
El SAP puede surgir, no porque los padres se separen, sino porque hacen partícipes a sus hijos e hijas de los conflictos que ha generado la separación. Los menores toman así partido en el conflicto, se decantan por uno de los padres y reproducen la dinámica de conflicto de sus padres, lo cual puede concluir en el rechazo total a uno de los progenitores y en la defensa desmedida del otro.
Cuando los padres no están en un proceso de conflicto en su divorcio, sino en un ambiente de no interferencia dentro del mismo (Ver Segura y cols., 2006)[5], el niño no siente la pérdida de ninguno de sus padres, ya que el progenitor con quien convive anima a hijos y padre a que se relaciones e involucren mutuamente en sus vidas. De esta manera los niños pueden disfrutar de la implicación de los padres en las actividades del colegio, extraescolares y de cualquier otro tipo.
Cuando existe la interferencia, comienza con una obstaculización leve de la relación de los hijos con el progenitor no custodio, que puede agravarse hasta el punto que la relación del menor con el progenitor no custodio se constituye en un tipo de maltrato infantil, que gracias a las estrategias sutiles, al apoyo en creencias socialmente aceptadas y a su desarrollo en la intimidad del hogar, hacen muy difícil su descubrimiento.
Estrategias obstaculizadoras
El abanico de estrategias obstaculizadoras del progenitor custodio y alienante es amplia y puede ir desde: Rehusar pasar las llamadas telefónicas a los hijos, organizar actividades con los hijos durante el período que el otro progenitor debe normalmente ejercer su derecho a visita, desvalorizar e insultar al otro progenitor delante de los hijos, no dar información al otro progenitor de las actividades de los hijos, “olvidar” informar al otro progenitor de citas importantes para los hijos, tomar decisiones importantes para los hijos sin consultar al otro progenitor, amenazar con castigo a los hijos si se atreven a llamar, escribir o contactar con el otro progenitor, etc. (Segura y cols., 2006).
Todo lo anterior se puede complejizar, aún más, cuando el SAP vivido en la familia entra en contacto con el sistema legal y el proceso se convierte en un síndrome jurídico familiar, en el que abogados, jueces, peritos y otros profesionales adquieren responsabilidad en su continuidad.
La negativa de los hijos a ver al padre alienado adquiere trascendencia cuando se expresa en un juzgado, desencadenando acusaciones, búsqueda de explicaciones y acciones encaminadas a resolver el problema, donde empieza a hacer parte la instancia judicial, pudiendo mantener o gravar el SAP.
Síndrome de Alienación Parental. Dinámica relacional del rechazo.
Tras el proceso de separación de los padres puede aparecer un rechazo de los hijos hacia uno de los progenitores. Según Segura y Cols. (2006) [6], el rechazo puede ser de dos formas. El rechazo primario, el cual es una reacción inmediata a la ruptura del matrimonio, propio de rupturas bruscas e impulsivas; y el rechazo secundario, que se gesta lentamente tras la separación.
El rechazo primario
En el rechazo primario se dan factores como que el progenitor rechazado abandona el hogar de forma inesperada o tras una relación afectiva extramatrimonial. A ello se suma que los hijos no reciben una explicación conjunta de los progenitores acerca de lo que está ocurriendo, sino que descubren que uno de los padres se ha ido a través del discurso (atravesado por sentimientos de rabia y rechazo) del otro progenitor. Los hijos no pueden aceptar de forma inmediata la nueva realidad y se niegan a aceptar la ruptura de los padres.
Posteriormente, el progenitor rechazado culpabiliza al progenitor aceptado del hecho de que sus hijos no quieren verle y emprende medidas legales, donde usualmente, las descalificaciones dentro del proceso legal aumentan las dificultades emocionales entre los miembros de la familia.
A medida que avanza este proceso, y los hijos se ven obligados una y otra vez a negar la figura del progenitor rechazado van encontrando argumentos cognitivos para justificar su actitud de rechazo, que se generaliza a otros familiares del progenitor (abuelos, tíos, etc.) y el conflicto termina en una competencia para las dos familias, cada una protegiendo a uno de los progenitores y descalificando al otro, lo cual tiende a cronificar el conflicto.
El rechazo secundario
En el rechazo secundario, los hijos mantienen una relación con el progenitor rechazado hasta que un día deciden romperla. Esta situación puede generarse por un conflicto entre los progenitores, donde no son capaces de negociar los aspectos relacionados con sus hijos (pautas educativas, cambio de colegio, cambio régimen de visitas, etc.).
Los hijos empiezan a trasmitir las descalificaciones que se hacen los padres o dar informaciones contradictorias, que producen mayores conflictos. Las visitas se convierten en una fuente de tensión y empieza a verse afectado el rendimiento escolar y el bienestar de los hijos.
El proceso suele terminar en que los hijos deciden no volver a ver al progenitor rechazado y encuentran el apoyo y la comprensión del progenitor aceptado, de forma que el rechazo tiende a cronificarse.
Segura y cols. (2006), han observado en los menores que están en medio de esta situación, una serie de consecuencias en su salud física y psicológica. Por ejemplo, trastornos de ansiedad, debido al fuerte estrés que deben vivir al afrontar las visitas al progenitor rechazado, lo que puede conllevar problemas en el sueño (pesadillas y dificultades para conciliar y mantener el sueño) y en la alimentación (ingiriendo alimentos compulsivamente o no alimentándose) y trastornos de conducta como conductas agresivas (verbales y físicas), conductas de evitación ( somatizaciones de tipo ansioso), dependencia emocional (miedo a ser abandonado por el progenitor aceptado, ya su amor parece estar condicionado al rechazo del otro progenitor) y dificultades en la expresión y comprensión de las emociones (expresión errónea de su emociones, falta de capacidad empática).
Lo anterior puede terminar en que los menores adopten un rol de “victimas” de algo que no han sufrido pero que, debido a la campaña de denigración del progenitor alienado, terminan convirtiendo en algo real, con consecuencias devastadoras a nivel psicológico.
Experiencias de Alienación Parental en jóvenes universitarios
Como hemos visto en las anteriores editoriales, el Síndrome de Alienación Parental (SAP) es bastante polémico, porque al parecer puede ir en sentido contrario a lo que usualmente entendemos por violencia de género.
En el SAP, la víctima suele ser el padre y la victimaria la madre, y surge en las situaciones de custodia (compartida o de orden contencioso) de los hijos ante el divorcio o separación de los padres.
A pesar de todo ello, existen tanto detractores como grandes defensores del SAP, lo que obliga al desarrollo de nuevas investigaciones sobre el concepto. Dentro del último grupo, podemos encontrar a la psicóloga e investigadora Mónica Balaguera[7], psicóloga egresada de la Universidad Santo Tomas, especialista y con magister en Psicología Jurídica, quién trabaja desde hace 15 años en la Universidad Santo Tomas, inicialmente en la ciudad de Bogotá y actualmente en la ciudad de Villavicencio (Colombia).
Aunque el concepto del SAP fue acuñado por el Dr. Richard Gardner en 1985, no se han desarrollado instrumentos para medir el SAP. Por ello la investigación desarrollada por Balaguera, se convierte en pionera.
A partir de su investigación exploratoria, de corte cuantitativo y transaccional denominada: Experiencias de alienación parental en jóvenes universitarios, se desarrolla por primera vez un instrumento para medir el SAP en los hijos[8]. Este instrumento se ha construido de la siguiente forma:
El instrumento se diseñó basándose en los 12 criterios propuestos por Gardner. Se hicieron 84 preguntas que fueron validadas por jueces, determinando un nivel de alta confiabilidad según cuatro características: la pertinencia, la redacción, la coherencia y la semántica.
Con el instrumento de 84 preguntas se hizo una prueba piloto, donde participaron 32 estudiantes de una universidad privada de Villavicencio. Luego de la evaluación de la prueba piloto, el instrumento quedo definitivamente con 80 ítems, utilizando una escala Likert de 4 puntos. La prueba final se aplicó a una muestra de 200 estudiantes con una duración de 45 minutos. Estos sujetos provenían de hogares separados (unión marital de hecho) o divorciados (matrimonio civil o católico) y debían cursar primer semestre (estado lo más cerca a la infancia entre 15-17 años).
Los resultados de la prueba arrojaron que un 9,5% de la muestra presentaba el SAP. Porcentaje importante y que puede tener connotaciones sociales considerables, si tenemos en cuenta que dentro de las consecuencias sobre los hijos que sufren el SAP, están por ejemplo, el consumo de drogas, el alcoholismo o el suicidio.
De esta forma, este se convierte en el primer estudio que construye una prueba validada para medir el SAP. La idea de la autora es poder continuar con su investigación y poder aplicar la prueba en las fiscalías donde precisamente se ven los problemas más relevantes alrededor de los procesos de custodia por separación o divorcio.
Otra de las proyecciones es poder aplicar la prueba en diferentes seccionales de una universidad privada para poder tener una muestra más grande de al menos mil estudiantes. También es importante que el instrumento pueda arrojar niveles de SAP (moderado o severo), tal como propuso Gardner en su momento.
Una extensión más de este estudio, es que el instrumento no sólo se pueda aplicar a los hijos sino también a los padres y madres, y finalmente, poder readaptarlo para su aplicación en menores de edad.
[1] Ross, E. y cols. (S.F.) Síndrome de Alienación Parental (SAP) en procesos de separación. En http://www.uji.es/bin/publ/edicions/jfi11/3.pdf, recuperado 20/01/2016.
[2] Segura, C. y cols. (2006) El Síndrome de Alienación Parental: Una forma de maltrato infantil. En Cuad. Med. Forense, 12 (43-44), pp. 117-128.
[3] Escudero, A. y cols. (2008) La lógica del Síndrome de Alienación Parental de Gardner (SAP): “Terapia de la amenaza”. En Rev. Asoc. Esp. Neuropsiq, 28 (102), pp. 283-305
[4] Escudero, A.; Aguilar, L. y De la Cruz, J. (2008) La Lógica del Síndrome de Alienación Parental de Gardner (SAP): Terapia de la amenaza. En Rev. Asoc. Esp. Neuropsiq., vol. XXVIII, n.º 102, pp. 283-305.
[5] Segura, C.; Gil, M. J. y Sepúlveda, M.A. (2006) El síndrome de alienación parental: una forma de maltrato infantil. En Cuad Med Forense, 12 (43-44), pp. 117-128.
[6] Segura, C.; Gil, M. J. y Sepúlveda, M.A. (2006) El síndrome de alienación parental: una forma de maltrato infantil. En Cuad Med Forense, 12 (43-44), pp. 117-128.
[8] Existen dos investigaciones previas sobre instrumentos y SAP, una en Canadá, que mide la experiencia de alienación parental en la víctima, o sea el padre; y otra en EE.UU., una prueba que se aplicó a funcionarios públicos.