Alzheimer descubrimiento de la enfermedad

Jairo A. Rozo C.

Fundación Universitaria Los Libertadores, Colombia

El descubrimiento de la enfermedad de Alzheimer tiene dos protagonistas y se inicia en el otoño de 1901. El primer protagonista es Alois Alzheimer, médico de 37 años de la institución para enfermos mentales de la ciudad de Frankfurt. La segunda protagonista es Auguste D., una mujer de poca más de 50 años recién ingresada a la clínica (Dahm, 2010)[1].

Alois Alzheimer

Su esposo la había ingresado, después de una serie de episodios.

Al principio tenía ocasionales fallos de memoria, pero a medida que pasaba el tiempo empezó a alterarse su conducta: descuidaba las labores domésticas, cometía errores en la cocina y echaba a perder la comida.

Estaba  permanentemente inquieta y desazonada, se ponía a caminar sin propósito por toda la casa, escondía objetos sin razón aparente.

Se mostraba cada vez más confusa y su comportamiento se hizo paranoide, atemorizada ante las personas que antes conocía.

Auguste D.

Alzheimer se reúne con Auguste D.

El 26 de noviembre de 1901, Alzheimer se reunió con Auguste D. y empezó su evaluación.

Alzheimer hablo con ella, pero las respuestas que le daba a sus preguntas no eran muy coherentes.

Después le presentó algunos objetos y la paciente supo nombrarlos todos. Pero cuando un poco después le pregunto qué cosas le había mostrado, ella ya no pudo acordarse.

Alzheimer ya había visto problemas similares en la memoria a corto plazo en pacientes con demencia senil en 1898, pero esos pacientes tenía muchas más edad que Auguste D.

Intrigado por esta paciente, siguió sus observaciones sobre ella.

Afasias

Observó que cometía errores corrientes al escribir, omitía sílabas en las palabras y en otras ocasiones las repetía varias veces. Se detenía bruscamente en mitad de una frase o una palabra, pero lograba completar la tarea cuando se le pedía escribir cada palabra individualmente. Estos síntomas eran tan insólitos para Alzheimer que decidió seguir más de cerca el caso.

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Cuando le pedía hacer cálculos sencillos, muchas veces los hacía de manera correcta. Su comunicación cada vez era peor, perdía la ilación, se detenía en mitad de una frase o incluso de una palabra. Se mostraba regularmente desorientada, sin que comprendiera las situaciones en que se encontraba. A veces les tocaba la cara a otros pacientes, o les echaba agua por encima, o les animaba a que le pegasen. Cuando se le preguntaba por qué hacía eso, se disculpaba y replicaba que estaba tratando “de limpiar”.

Con el tiempo el lenguaje de Auguste D. se volvió ininteligible. Acabó dejando por completo de hablar, tarareaba o gritaba a veces durante horas. Su cuerpo se debilitó, pues comía a intervalos irregulares y a menudo fue necesario darle de comer. Al final pasaba casi todo el tiempo en la cama, totalmente apática y a primeros de 1906 contrajo una pulmonía y el 8 de abril de ese año, a punto de cumplir 56 años, fallecía.

Primera descripción de la enfermedad de Alzheimer

La completa descripción de Alzheimer de Auguste D., fue la primera descripción precisa de las dolencias que actualmente vemos en un paciente con Alzheimer: deterioro de la memoria, incapacidad para recordar hechos recientes; desorientación, decreciente capacidad para hablar coherentemente y su conducta inquieta y errática.

La foto es de 1902, un año después de haber ingresado en la residencia para enfermos mentales de Frankfurt, donde Alzheimer la atendió (Dahm, 2010). La atención que le brindó Alzheimer no era la típica de la época: en la residencia de Frankfurt se esforzaban por comprender las aflicciones de sus pacientes y ayudarles. Se observaba cuidadosamente a los pacientes y se trataba de aliviar sus síntomas, no se les inmovilizaba sino que se les animaba a que hicieran ejercicio al aire libre y los tranquilizaban con baños calientes o masajes, dejando como último recurso los fármacos.

Antes de que Auguste D. falleciera, Alzheimer se fue a trabajar como ayudante científico de Kraepelin en Heidelberg. No obstante, continuo su trabajo de investigación a pesar de la muerte de Auguste D. y es que su otra pasión, a parte de la psiquiatría, era la histología que había aprendido en Berlín junto al gran Albert von Kölliker. Así que Alzheimer recibió el cerebro de Auguste D. para continuar su trabajo y confirmar que la enfermedad de su paciente era un caso extraordinario.

Alzheimer y la histología

El análisis histológico le permitió observar que grandes partes del cerebro exhibían una pronunciada atrofia. Alzheimer secciono ciertas partes del cerebro y las tiñó, con el fin de que la morfología de los tejidos adquiera más relieve a la hora de examinarlos con el microscopio, confirmando que en muchas partes del cerebro habían muerto un gran número de neuronas. En segundo lugar, estaba la presencia de marañas neurofibrilares, que hoy sabemos son agregados insolubles de una proteína llamada tau, que adoptan la forma de fibras espesas y embrolladas que llenan el soma neuronal. En tercer lugar, estaban las placas amiloides, depósitos de un péptido de poca masa molecular llamado amiloide beta, que se forman en los espacios interneuronales. Era la primera vez que se observaban esos cambios morfológicos (Dahm, 2010).

Las anomalías eran bastante similares a las observadas en la demencia senil, sin embargo, había dos diferenticas importantes para Alzheimer. La primera, que su paciente Auguste D. con tan sólo 51 años empezó a mostrar las alteraciones, cuando en la demencia senil, este proceso se daba en pacientes de 70 a 80 años. La segunda, que los cambios patológicos de Auguste D. eran mucho más impresionantes que los observados en la demencia senil.

El 3 de noviembre de 1906, Alzheimer se siente preparado para dar a conocer su descubrimiento a la comunidad científica, en el trigésimo séptimo Congreso de Psiquiatría de Alemania sudoocidental, en Tubinga. En su ponencia “Sobre  una peculiar enfermedad de la corteza cerebral”, presentó sus datos y las consecuencias en la paciente, así como su seguridad de que estaban al frente de una nueva patología. Sin embargo, los 87 oyentes no mostraron mucho interés por su presentación.

Tuvo que esperar Alzheimer a que Kraepelin, en su octava edición de su texto de psiquiatría, incluyera en el capítulo sobre demencias seniles y  preseniles, los nuevos descubrimientos de Alzheimer. Este respaldo de Kraepelin consiguió el reconocimiento de la comunidad científica al hallazgo de Alzheimer y además usó por primera vez la denominación “enfermedad de Alzheimer” con la que hasta ahora se le conoce, asociando para siempre la enfermedad con el nombre de quién la descubrió.

[1] Dahm, R. (2010). Descubrimiento de la Enfermedad de Alzheimer. En Investigación y Ciencia. Temas 62. Alzheimer, pp: 4-13

Citar:

Rozo, A.  (10 mayo, 2021) Alzheimer descubrimiento de la enfermedad .Instituto Salamanca. https://institutosalamanca.com/blog/alzheimer-descubrimiento-de-la-enfermedad

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