Obesidad factores relacionados y estrategias de intervención

María Refugio Ríos Saldaña, María Araceli Álvarez Gasca.

Facultad de Estudios Superiores Iztacala (FESI-UNAM)

La obesidad es una enfermedad multifactorial, crónica recidivante, evolutiva y mortal. Se caracteriza por el aumento porcentual de la cantidad de tejido adiposo para el sexo y la edad.

Uno de los problemas más comunes actuales asociado a estilos de vida, es el relacionado con el exceso de peso y la obesidad. En épocas no muy remotas en algunas regiones, se creía que la persona con sobrepeso/obesa, gozaba de buena salud y estaba «llena de vida». Sin embargo, ahora se sabe que la obesidad tiene múltiples consecuencias sobre la salud y representa una amenaza para la vida. Porque es  una enfermedad progresiva y crónica de proporciones endémicas que afectan a todo el mundo. A esto se suma que la obesidad y el sobrepeso son problemas graves que representan una creciente carga económica en las familia e incluso nacionales.

Organización Mundial de la Salud

La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera que tanto el sobrepeso como la obesidad son enfermedades altamente prevalecientes y representan una epidemia mundial. Por ejemplo, según la Secretaría de Salud de México muestran que el 60% de la población presenta problemas de obesidad y sobrepeso (Gómez, 1995). Problema que va en aumento y que presenta cifras alarmantes en niños y adolescentes. Por su parte, la Encuesta Nacional de Salud en Estados Unidos (2000) reportó una prevalencia de obesidad de 24,2% en blancos; 30,9% en afro americanos; 30,4% en hispanoamericanos (se incluyen mexicanos, puertorriqueños y cubanos – y 20,6% en asiáticos).

¿Qué es la Obesidad?

Hablar de obesidad requiere de claridad en cuanto a lo que podría considerarse como el peso normal o estable de una persona. Al respecto, Brannon y Feist (2001) han documentado que un peso estable se mantiene cuando las calorías absorbidas a partir del alimento equivalen a las que el organismo gasta para su metabolismo y para desarrollar la actividad física. No obstante, argumentan que el contenido calórico varía de un alimento a otro. De forma que las grasas aportan más calorías que los carbohidratos o las proteínas. El grado de absorción depende de la rapidez con que los alimentos circulan por el aparato digestivo y la composición de la comida.

Por otro lado, se ha mencionado (Rodin, 1992) que el organismo convierte las grasas ingeridas en la dieta en grasa corporal, con mayor facilidad que cualquier otro alimento. Es por ello que las personas que consumen alimentos con grandes cantidades de grasas corren mayor riesgo de convertirse en obesos que aquellas cuya dieta es baja en grasas.

La multiplicidad de factores que se han encontrado asociados con la obesidad, hace muchas veces difícil llegar a conceptuarla de una manera aceptada por todos.

Obesidad fenómeno multifactorial

Robles y Altamirano (2004), desde un punto de vista médico consideran que: «la obesidad es una enfermedad neuroquímica, crónica recidivante, evolutiva y mortal, caracterizada por el aumento porcentual de la cantidad de tejido adiposo para el sexo y la edad. Su distribución en adultos es de tipo central o androide y periférica o ginecoide. En niños prepúberes no es posible distinguir estos tipos hasta que inicia el desarrollo sexual» (p.104). Otros (Barquera, Barquera, García, et al (2003), la han definido como: «una enfermedad de etiología multifactorial de curso crónico en la cual se involucran aspectos genéticos, ambientales y de estilo de vida que conducen a un trastorno metabólico. Se caracteriza por un balance positivo de energía, que ocurre cuando la ingestión de calorías excede al gasto energético, ocasionando un aumento en los depósitos de la grasa corporal y, por ende, ganancia de peso» (p.2).

La obesidad también se ha considerado como un fenómeno multifactorial (Baron, 1995), por ser una enfermedad crónica originada por múltiples causas y con numerosas complicaciones. Una de sus principales características es el exceso de grasa en el organismo.

Actualmente se acepta que la obesidad se caracteriza por el exceso de tejido adiposo en el organismo. Se determina la existencia de obesidad en adultos cuando existe un ÍMC mayor o igual a 30 (Mendivil y Sierra (2004). El organismo presenta una mayor acumulación de grasa en el cuerpo. Así, la obesidad se ha definido como un contenido de grasa corporal que supera 25% del peso corporal total para varones y el 30% para mujeres. Bourges (1987) la define como un exceso de tejido adiposo indeseable. Se le asocia con varias enfermedades y mayor mortalidad, producto de un balance energético mayor al óptimo. Este balance puede provenir de diversos factores: bioquímicos, genéticos, psicológicos, sociales y culturales.

Factores relacionados con la Obesidad

En torno a la obesidad, se ha demostrado la existencia de múltiples factores involucrados en su aparición. Por ejemplo, diferencias en el metabolismo de las personas, igual que también el metabolismo de un individuo puede variar de un período a otro. Por otro lado, se ha demostrado que el nivel de actividad requiere de un gasto calórico más elevado. Esto explica el por qué unas personas engordan y otras no cuando se ingieren las mismas cantidades y calidades de alimento. Aunado a que se debe tomar en cuenta que el peso está constituido por diferentes componentes. El exceso de musculatura corporal puede dar en un momento dado, la impresión de obesidad.

Diplomado en Psicología Clínica y de la Salud
DIPLOMADO
PSICOLOGÍA CLÍNICA Y DE LA SALUD

Fomente el bienestar mejorando la Salud Mental y la Calidad de Vida.

Inscríbase Ahora

Factores generales

Hoy se acepta que uno de los factores que participan en el sobrepeso y la obesidad es el relacionado con el medio ambiente. Especialmente, el aumento de la ingesta de calorías y la vida sedentaria.

Primero, la ingesta de calorías se ha modificado grandemente en las últimas tres décadas.

En segundo lugar, el desarrollo acelerado y cada vez más sofisticado de la tecnología ha traído consigo mayor comodidad. Al mismo tiempo a ocasionado menor gasto de energía para la obtención del alimento. Necesidad de comer con mayor frecuencia fuera del hogar; con menoscabo de la calidad de los alimentos en términos de nutrientes, fibra y agua necesarios para el buen funcionamiento del organismo. A esto se agrega que el consumo de refrescos altos en azúcares y de alimentos industrializados se vuelve cada vez más un hábito cotidiano debido a la falta de tiempo para la preparación de los mismos. El desarrollo tecnológico exacerbado por los medios de comunicación masiva va homogeneizando el estilo de vida y alimentación, crea necesidades, impone modas en todas las áreas del actuar humano, al mismo tiempo que la comodidad que representa vuelve al individuo más sedentario.

Factores Socioculturales

Los hábitos alimentarios aprendidos durante la infancia influencian los hábitos del adulto. Lo que la gente cree acerca de lo que es bueno o malo para la salud, ha sido aprendido desde la niñez; por ejemplo, hay quienes piensan que un bebé rollizo, una persona «gordita» son indicadores de buena salud y belleza y que un adulto obeso poseen fortaleza. Algunas personas utilizan muchos argumentos para justificar su obesidad: «como mis padres son gordos les heredé»; al respecto se ha comprobado (León, 2001) que nadie nace o se vuelve obeso porque sus padres lo sean; lo que se hereda es la constitución física, mientras que los hábitos alimenticios se aprenden por el uso y la costumbre en la convivencia con la familia y las personas del entorno.

Dietz y Gortmaker (1985) han demostrado empíricamente que, en los adolescentes, por cada hora de estar viendo la televisión se incrementa el predominio de la obesidad en un 2%. Además, cuando se come viendo la televisión, se incrementa la ingesta de «golosinas», especialmente las observadas en los comerciales. A esto se suma que los adolescentes juegan menos que los niños y, en consecuencia, gastan menos calorías.

Factores Familiares

Se ha demostrado la influencia de la familia en la obesidad; especialmente cuando la dinámica es disfuncional, la persona obesa funciona como un medio para disminuir los problemas y tensiones (Pike y Rodin, 1991; León, 2001; Álvarez, Mancilla, López et al. 1998). Al respecto, también Hanson y Eck (1990) han mencionado que el exceso de peso está directamente relacionado con problemas intrafamiliares.

Factores Orgánicos y farmacológicos de la obesidad

Solamente entre un 2 y 3% del total de los casos de obesidad reportados son efecto de enfermedades (León, 2001). De igual manera, existen algunos medicamentos cuyo consumo repercute en el peso corporal (Carricarte, 1997). Ciertos fármacos utilizados frecuentemente pueden causar aumento de peso, entre ellos los utilizados en trastornos psiquiátricos y muchos antidepresivos.

Factores genéticos

En este aspecto se considera la existencia de una tendencia de los adipositos (células que almacenan grasa) a retener grasa o a multiplicarse como consecuencia de una alimentación alta en grasas. Se considera que son aproximadamente veinte los genes que determinan la fisiología de la obesidad.

No se puede considerar a la obesidad un efecto de este tipo, ya que un aspecto muy importante es el desequilibrio que existe entre la ingesta de alimento y el gasto calórico. Además, se ha mencionado (Leíble, Rosenbaum y Hirsch, 1995) que un gene por sí solo no es el responsable de la obesidad; en la mayor parte de los casos, ésta aparece como una consecuencia de una compleja interacción entre el medio ambiente y diversos genes. También Bouchard (1994) considera al respecto que la causa genética de la obesidad no va más allá del 33%, deduciendo que el otro 66% de la varianza del IMC puede ser de origen ambiental.

También se ha demostrado (Papazian, 1999, citado en Aburto, 1999) que la genética puede ser el determinante más importante del peso de las personas, algunas están más propensas a ganar peso que otras aun cuando la ingesta calórica sea la misma, y parece que hay factores aún no identificados que influyen en la cantidad de peso ganado y en su distribución. Así como también existe evidencia de un gen recesivo de la obesidad.

El sedentarismo

En la actualidad se ha hecho mucho hincapié en que la actividad física reducida (sedentarismo), es probablemente una de las causas principales del incremento de la obesidad. El acelerado avance de la tecnología se relaciona con el gasto energético de manera negativa. A mayores comodidades menor gasto de energía se necesita para obtener el alimento.

Hoy en día se han facilitado los medios para la preparación rápida de los alimentos, lo que supone menor esfuerzo y menor gasto de energía para obtenerla. Basta vaciar un sobre de comida en agua hirviendo para obtener una sopa caliente, o introducir en segundos un alimento al horno de microondas para tenerlo listo para su consumo. Mientras en antaño el ser humano tenía que desplazarse a pie para cazar su alimento, ahora basta una llamada telefónica para que el alimento esté al instante en la mesa, presto para consumirse. Al respecto también se ha enfatizado que las personas sedentarias necesitan menos calorías, mientras que el aumento de la actividad física hace que las personas de peso normal coman más.

Hábitos alimenticios

Ocampo y Cols, 1996, en Álvarez, Mancilla, López, Vázquez, Ocampo y López, 1998) han obtenido resultados que muestran diferencias en las situaciones ambientales que estimulan la ingesta de alimentos. En una de sus investigaciones encontraron que mujeres obesas reportaron comer al encontrarse en diferentes situaciones (acompañadas, nerviosas, solas, aburridas, etc.) por lo que parecieron ser más sensibles a los estímulos externos. Finalmente han llegado a concluir que la cantidad y calidad o naturaleza del alimento ingerido está en relación directa con el grado de acumulación y distribución de la grasa corporal, y por tanto, las preferencias alimenticias son uno más de los factores asociados a la sobrecarga ponderal.

En muchos casos los hábitos alimenticios adquiridos durante la infancia y la adolescencia han sido aprendidos de padres y familiares, quienes han servido de modelo en cuanto a qué comer, cómo hacerlo y cuándo hacerlo.

Comportamientos asociados a la obesidad

A este respecto, Truswell (1985) ha mencionado nueve factores que identifican este tipo de comportamientos: 1) omisión de comidas (por lo general el desayuno); 2) consumo de comida «chatarra» (confituras, y alimentos dulces); 3) ingesta de comida rápida; 4) inicio de consumo de bebidas alcohólicas; 5) mayor consumo de refrescos; 6) preferencia o aversión por determinados alimentos; 7) consumo elevado de calorías; 8) consumo insuficiente de nutrientes; 9) práctica de «dietas» reductoras de peso.

Por otro lado, Saldaña & García (1985, citados en Macías y Méndez, 1988) han mencionado al menos tres estilos de alimentación presentados por obesos: 1) consumir tan aceleradamente los alimentos que reciben muy tarde el mensaje de saciedad por parte del cerebro (cuando ya han consumido gran cantidad de alimento); 2) el consumo de alimento está basado en estímulos externos, como: olor, sabor, color, etcétera; y 3) se tienen ideas no racionales sobre la obesidad y su tratamiento, ejemplo: «estar gordo es signo de buena salud y fortaleza» o «un tratamiento es bueno si se adelgaza inmediatamente».

Condición socio-económica

Diversas investigaciones se han ocupado del estudio de la condición socioeconómica y su relación con la obesidad, donde se ha encontrado que en los países industrializados las personas de estrato socio-económico bajo son más propensas a la obesidad, mientras que lo contrario sucede en países en vías de desarrollo. Así mismo, estudios realizados en Inglaterra e Irlanda del Norte han confirmado que la condición socioeconómica es un determinante de la obesidad. Las observaciones han demostrado que tanto las niñas como los niños de condición socio-económica baja tienen más exceso de peso en la edad adulta que los nacidos en una condición socio-económica alta.

Factores psicológicos y obesidad

Se considera que el alimento adquiere propiedades psicológicas desde el nacimiento. Se asocia con el afecto, la ternura, protección, atención y seguridad, entre otros. El problema surge cuando las asociaciones quedan fuertemente establecidas y se recurre posteriormente al alimento como un medio para obtener tales sensaciones. De esta manera, muchas personas reaccionan comiendo en exceso cuando se hallan en situaciones que les generan tensión emocional. Lo que pudiera parecer como una solución, es solamente un paliativo que funciona de momento como forma de evitar una circunstancia específica.

Aunado a lo anterior pueden surgir otros sentimientos relacionados que agudizan el problema: sentimiento de culpa por comer en exceso, pérdida de control y frustración. También emociones tales como: tristeza, enojo constante, miedos y las ansiedades son algunos de los factores del problema de la obesidad. Lo mismo ocurre con la sensación de aburrimiento o soledad y estados depresivos que pueden detonar en un «comer emocional».

El papel de las emociones

Las emociones implicadas en el comer por exceso no son fáciles de diferenciar, y para poder identificar cuándo una persona entra en un cuadro de este tipo, es fundamental comenzar por aceptar que se come excesivamente como resultado de experimentar cierto tipo de emociones y sentimientos: una vez que se ha tomado conciencia de lo anterior, se determina qué tipo de insatisfacción emocional se esconde tras esa actitud nociva para la integridad física y psicológica, en cuyo caso que requiere de la atención psicológica especializada. El comer puede ser un tipo de adaptación a situaciones emocionales difíciles, para sentirse más tranquilo o para manejar la ansiedad. Además de los estados de ansiedad presentes en la ingesta de alimentos, si se tiene la disponibilidad del mismo (refrigerador lleno de comida, alimentos disponibles en la alacena donde se guarda la despensa), la probabilidad de sobre ingesta aumenta.

El problema de comer en exceso en personas obesas o con sobrepeso ha sido ampliamente estudiado y se ha llegado a concluir que estas personas se caracterizan por la sensación de descontrol y dependencia que no existiría en las personas con una adecuada autoestima, quienes pueden comer mucho por simple placer. Tal descontrol en muchas ocasiones tiene tras de sí sentimientos y emociones que difícilmente se pueden identificar y mucho menos comunicar y manejar adecuadamente

Obesidad y estilo alimentario

Otras características de los obesos, relacionadas con el estilo alimentario, son las reportadas por Mahoney & Stuart (citados en Castro, 1989), quienes han documentado que las personas obesas comparten 13 estilos alimentarios, a saber:

  1. Consumen alimento alto en valor energético por la noche.
  2. Comen excesivamente alimentos con alto contenido de hidratos de carbono.
  3. La ingesta en raciones es mayor.
  4. Comen sin tener hambre a causa de estados depresivos, de aburrimiento o de fatiga.
  5. Realizan poco o ningún ejercicio físico.
  6. Prefieren mayormente sabores dulces
  7.  Acostumbran los bocadillos y bebidas entre comidas
  8. Presentan auto-imagen negativa, aunado a sentimientos de culpa y actitud de derrota.
  9. Tienen hábitos alimenticios esteriotipados.
  10. La ingestión de alimento es muy elevada al consumir mayor número de bocados en menos tiempo
  11.  Compran y consumen alimentos altos en niveles de hidratos de carbono y lípidos
  12. Acostumbran dormir una siesta después de comer o sentarse a ver TV después de la cena
  13. Acostumbran traer dulces o golosinas en los bolsillos.

Características personas obesas

Por su parte, López, Mancilla y Álvarez (1998: p.7) han definido siete características para las personas obesas:

  1. La presencia de hábitos alimenticios anormales, tales como comer más rápido que la mayoría de la gente, no dejar ningún sobrante en el plato; su consumo o ingesta lo basan en estímulos externos, comer más ante situaciones estresantes.
  2. Presentar una mayor ansiedad, emociones, depresión, entre otros factores.
  3. Auto-imagen deteriorada, lo que genera un concepto pobre de sí mismo detestable y, por tanto, una auto-estima pobre.
  4. Personalidad que se asemeja a la de los pacientes con algún desajuste emocional.
  5. Adicción a veces al tabaco y al cigarro.
  6. Déficit en ciertas conductas sociales, como son el asertividad, el autocontrol y el ajuste social.
  7. Dinámica familiar disfuncional y serios problemas en la comunicación.

Robles y Altamirano (2004) consideran que, desde el punto de vista epidemiológico, el agente que propicia la obesidad en huéspedes susceptibles es la comida; como «las comidas rápidas» y las de alto contenido calórico, aunado a la inactividad que conlleva la excesiva permanencia frente a la televisión. Si vemos a nuestro derredor podemos observar que la tecnología cada vez más avanzada, en juegos de video, computación y programas televisivos; acapara la atención de niños y jóvenes, quienes pasan mucho de su tiempo en actividades donde hay poco gasto de energía; aunado a la influencia de la publicidad que promueve la compra de los llamados productos «chatarra», cuyo contenido es alto en sodio, hidratos de carbono, azúcar refinada y grasas.

Estrategias de intervención y control de la obesidad

Las causas de la obesidad en una persona pueden ser múltiples, y por ello se puede pensar también en múltiples soluciones acordes con las características personales.

Una intervención desde la psicología de la salud ha de tomar en cuenta estrategias que incidan en la disminución de la grasa corporal que provoca la obesidad, y especialmente ha de considerar los factores de riesgo inherentes, entre ellos los factores psicológicos relacionados con este trastorno.

Es de suma importancia conocer los diferentes factores que participan en la obesidad, cuando se desea estructurar un programa de intervención que considere los hábitos saludables de alimentación, actividad física regular, técnicas de auto-control, manejo de estrés y ansiedad, auto concepto, auto estima y habilidades sociales; así como facilitar la toma de conciencia en las personas obesas de que son ellas, junto con un equipo multidisciplinario, quienes darán solución a este mecanismo de adaptación que pone en riesgo su salud. Aun así, es necesario hacer énfasis en que es la persona en la que recae la responsabilidad de hacer un cambio en su estilo de vida, lo cual implica verla como un ente activo en el proceso de cuidado de la propia salud.

Se han desarrollado distintas estrategias para el control del peso y de la obesidad; entre ellas están las señaladas por Armengol (1976):

Tratamientos dietéticos

Incluyen a) ayuno total; b) alimentos artificiales bajos en calorías, pero con los elementos básicos de nutrición; c) dieta ZenMacrobiótica, que se basa en prácticas budistas que clasifican los alimentos que contienen azúcar (yin) y a las carnes y huevos (yan); d) dietas bajas en carbohidratos y, e) dietas hipocalóricas equilibradas, que trata de proveer al organismo de los elementos necesarios para su buen funcionamiento.

Tratamiento farmacológico

Este tratamiento se basa en anorexigénicos o estimulantes del sistema nervioso central, cuyo efecto es producir anorexia: a) antidiabéticos, medicamentos con los cuales se trata de aumentar el aprovechamiento de la glucosa y causan pérdida de peso; b) estimulantes metabólicos, que consisten en preparaciones tiroideas que aumentan el nivel de utilización de glucosa y la disponibilidad de hormonas tiroideas a nivel de tejido graso; c) psicotrópicos, los cuales se utilizan en personas lábiles emocionalmente y que comen como respuesta a estados emocionales; se trata, por lo general, de tranquilizantes y antidepresivos; d) productores de volumen, compuestos a base de metilcelulosa, útiles para disminuir la sensación de hambre durante las dietas y, f) alteradores de absorción intestinal, tales como laxantes, vomitivos o productores de náusea para tratar de reducir la absorción intestinal.

Tratamientos quirúrgicos

Se destacan: a) la lipectomía, que consiste en remover depósitos locales de grasa; b) la electrocoagulación esterostática, en la que se hace una electrocoagulación en los centros hipotalámicos laterales en el lugar de más excitación de hambre y, c) anastomosis yeyuno-ileal, que consiste en un cortocircuito intestinal, con el fin de provocar un síndrome de mala absorción.

Tratamientos de ambientes especiales

Tales como a) la hospitalización, que es indicada en los casos en que el ambiente familiar sea totalmente negativo o se desee emplear un tratamiento drástico y, b) granjas y campamentos, lugares donde se controla la ingestión de comida, brindando un ambiente relajante y en que todos comparten la misma problemática.

Dieta en un dub o en un grupo

Son ejemplos: a) Weighth Watchers, Diet workshop, Jenny Craig, Slim Center, etc., los cuales dan información nutricional, dieta personalizada, combinaciones de comida para diseñar dietas variadas y ofrecen grupos de apoyo.

Obesidad y terapia psicológica

Algunas estrategias psicológicas que obtienen resultados son: a) hipnoterapia como estrategia para modificar las actitudes subsecuentes de la persona obesa hacia el logro de sus metas; b) terapia de insight, que se basa en consideraciones de tipo psicoanalítico que caracterizan la obesidad como un tipo de conducta compulsiva, producto de depresión infantil, la fijación hacia el pecho materno, etc., y que trata de hacer que la persona obesa sea consciente de la causa inconsciente subyacente de su obesidad; c) terapias de grupo, con las cuales se trata de promover formas adaptativas diferentes y, d) terapias conductuales, derivadas del modelo de Pavlov y cuyo énfasis se encuentra en el condicionamiento aversivo hacia determinados alimentos.

Por otra parte, la propuesta de León (2001) plantea que para que un tratamiento sea exitoso, éste ha de ser supervisado por especialistas, quienes habrán de realizar una evaluación psicofísica que permita contar con la información necesaria para la estructuración de un programa específico con objetivos, mediatos e inmediatos, encaminados hacia la modificación de hábitos alimenticios, calidad de vida, formas de enfrentar la vida, manejo de emociones, autoestima y comunicación asertiva, entre otros. De acuerdo con el autor, de esta forma la pérdida de peso deja de ser el objetivo central para convertirse en una consecuencia lógica y natural que acarrea una mejoría en la salud física y una disminución de la presión psicológica que implica el observar lo que la báscula marca.

Más que un programa para bajar de peso es una propuesta de intervención para modificar el estilo de vida. Se pretende involucrar a la persona en el establecimiento de un compromiso consigo misma, y a la familia o personas con quienes cohabita.

Programa multifactorial

Con base en lo anterior, León (2003) propone la puesta en práctica de un programa multifactorial, el cual ha de estar integrado por un conjunto de objetivos a corto plazo, cuya consecución se presume, ha de llevar de manera automática hacia la reducción de kilogramos y talla. Menciona, asimismo, un conjunto de nueve actividades por considerar en dicho programa:

  1. Toma de conciencia (aceptación de que se está excedido de peso).
  2. Voluntad para iniciar el proceso.
  3. Identificación de todos aquellos aspectos y situaciones relacionados con el sobrepeso y la obesidad.
  4. Evaluación del estado de salud inicial y acuerdo del médico para iniciar un proceso de reducción de peso.
  5. Seguimiento de un régimen de alimentación que satisfaga las necesidades físicas y psicológicas que sea acorde a las preferencias y disposición de alimentos.
  6. Olvido de la palabra «dieta» o «estar a dieta», así como de la costumbre de tomarse medidas y registrar el peso continuamente.
  7. Aprendizaje de una manera de relacionarse con la comida, de tal manera que cumpla con la función de satisfacer las necesidades físicas, pero no de canalizar carencias afectivas, sensaciones o sentimientos.
  8. Solicitud de apoyo psicológico si se presentan problemas de motivación para continuar con el programa de canalización positiva de las emociones, de asertividad en la comunicación, de manejo de la tensión personal y familiar y de auto estima, entre otros.

Un programa de intervención preventivo de la obesidad en adolescentes ha de ser de carácter multidimensional, dirigido hacia la promoción de la salud y la conveniencia de mantener un peso acorde con las características individuales.

Programa de intervención

Un programa de esta índole ha de incluir la consideración de las variables involucradas como factores de riesgo, a saber: estilos de alimentación; conductas de ingesta entre comidas, lo que aumenta el nivel calórico más allá del que se gasta; manejo adecuado de la ansiedad; el favorecer el auto-concepto y aumento de la auto-estima; percepción de la imagen; estrategias de afrontamiento para situaciones estresantes y problemas de la vida cotidiana; habilidades sociales y pensamientos irracionales relacionados con la ingesta de alimento y el peso.

El programa ha de orientarse principalmente hacia la adopción de un comportamiento saludable, en el que se incorporen los repertorios conductuales necesarios, y ha de centrarse más en los factores de riesgo relacionados con la obesidad que en ésta per se. Especialmente se ha de incluir un componente donde se facilite la toma de conciencia de que la salud ha de ser construida como un valor más en la vida, esto es, como algo que vale la pena cultivar porque de ella depende el desempeño de múltiples actividades presentes y futuras.

Algunos objetivos de programas específicos para prevenir la obesidad son:

  • Mejorar del auto concepto y elevación de la autoestima.
  • Entrenar en habilidades sociales.
  • Trabajar en estrategias de afrontamiento al estrés.
  • Entrenar en relajación para reducir la ansiedad.
  • Ayudar para la elección de una alimentación sana y adecuada.
  • Programación de actividades que involucren ejercicio físico como estilo de vida.
  • Entrenamiento en estrategias de autocontrol.
  • Favorecimiento del establecimiento de redes sociales de apoyo.
  • Apoyo en la toma de conciencia sobre el compromiso personal de cuidar la propia salud

Aburto, G. C. (1999). Los programas de intervención contra la obesidad. Revista Psicología y Salud No.14.

Álvarez, R. G., Mancilla, D. J. M., López, A. X., Vázquez, A, R., Ocampo, T. T. y López, A. V. (1998). Variables psicológicas asociadas a la obesidad: algunos avances de investigación. Psicología Iberoamericana No. 2 (6).

Armengol, C. (1976). Un modelo de tratamiento para el manejo conductual de la obesidad. Universidad Iberoamericana: México, D. F. (Tesis de Licenciatura en Psicología.

Barquera, F. F., Barquera, S., García, E., González-Villalpando, C., Hernández, A. M., Lonngi, G., Morín, R., Rivera-Dommarco, J. L. Velásquez, C. (2003). Instituto Nacional de Salud Pública. Práctica Médica Efectiva, Obesidad en el adulto (E66. 5 (2): 1-4.

Baron, R. B. (1995). Understanding obesity and weight lost (Programa de computadora). Primary care teachig module: obesity and weight. Microsoft Internet Explorer (UCSF Division of General Internal Medicine).

Bouchard, C. (1999). The genetics of obesity. Boca Raton. Texas: CRC Press.

Bourges, R. II. (1987). Guía para la orientación alimentaria. Cuadernos de nutrición, 10,17-32.

Brannon, L. Y Feist, J. (2001). Psicología de la Salud. México: Thomson Learning. Cap. 15.

Bray, G. (1989). Clasificación y valoración de las obesidades Clínicas Médicas de Norteamérica 1, 1991-218.

Castro, G. F. (1989). ¿Cuándo empieza la obesidad? Cuadernos de Nutrición, 11 (13): 3-8.

Dietz, W. H. y Gortmaker, S. I. (1985). Do we fatten our children and the television set? Obesity and viewing in children and adolescente. Pediatrics. 75:807-809.

Encuesta Nacional de Salud 2000. Instituto Nacional de Salud Pública. Secretaría de Salud Tomo 2. La salud en los adultos Capítulo 3. Factores de riesgo. Obesidad., páginas 28-42. Editor General Jaime Sepúlveda, México.

Gómez, P. M. G. (1995). Peso real, peso imaginario y distorsión de la imagen corporal. Revista Mexicana de Psicología, 12 (2), 185-187.

Gómez, P. G. y Ávila, A. E. (1998). Conducta alimentaria y obesidad. Revista Psicología Iberoamericana No. 2 (6).

Hanson, K. y Eck, C. (1990). Obesidad. En: A.C. López y D. Mancilla (Comps.): Influencia del sexo y de la obesidad en la estructura familiar y los patrones de comunicación en obesos. México: UNAM.

Instituto Nacional de Salud Pública (2006). México.

León C, D. (2001). Obesidad: un problema multifactorial. Revista Psicología y Salud. 1 (1): 67-72.

León C, D., y Salas, M. M. W., (1993). La identificación de factores generadores de las alteraciones del peso corporal y la salud en tres estratos socioeconómicos de Jalapa, Ver. Red Mexicana de Información Documentación en Educación del Estado de Veracruz, 2:64.

Leíble, R. L., Rosenbaum, M. Y Hirsch, J. (1995) Change Jin energy expenditure resulting from altered body weight. New England Journal of Medicine, 332: 621-628.

López-Torrecillas, F., y Godoy-García, J. F. (1994). Estrategias cognitivo-conductuales para el tratamiento de la obesidad. Psicotema 6 (83): 333-345.

López, A. X., Mancilla D. J. M. y Álvarez R. G. (1998). Factores Sociales y Psicológicos de la obesidad. Revista Psicología Iberoamericana. No.2 (6): 3-9.

Macías, A. D. & Méndez, C. X. (1988). Aplicaciones clínicas de la evolución y modificación de conducta. Madrid: Pirámide.

Mancilla, D. J. M., Álvarez, R. G., Román, F. M., López, A. V. y Ocampo, T. T. (1998). Determinación de pautas del comportamiento sexual en obesos. Psicología Iberoamericana No.2 (6).

Mendivil, A., C. O. y Sierra, A., I. D. (2004). Avances en obesidad. Revista de la Facultad de Medicina Universidad Nacional Colombiana. 52(4):270-296.

Morgan, J. J. (1991). Breakfast consumption patterns of US children and adolescents. Nutrition Research. 6(6): 636-646.

Pike, K. y Rodin, J. (1991). Mother, daughters and disordered eating. Journal of abnormal Psychology 100:198-204.

(Reportero: Jorge Vega) Fuente: El Sol de México, primera sección, p. 6, 23/02/2005 [En red]

Robles, V. C., y Altamirano, B. N. (2004). Obesidad mórbida en adolescentes. La generación extra-extra grande. Acta Pediátrica de México. 25(2): 103-116.

Rodin, J. (1992). Body traps, Nueva Cork: William Morrou. Rodin, J. & Langer, E. J. (1997). Long term effects of a contro-relevant intervention with the institutinaliced aged. Journal of Personality and Social Psychology 35, 897-902.

Rogers, T. Mahoney, M. J., Mahoney, K. Straw, M. K., and Kenigsber, M. I. (1980): Clinical assessment of obesity: An empirical evaluation of diverse techniques. Journal of Behavioral Assessment, 2, 161-181.

Truswell, A. S. (1985). ABC of nutrition. Children and adolescents. British Medical Journal (Clin. Res. Ed.) 2911(6492):397-399.

Unikel, S. C., Villatoro, V. J. A., Medina. Mora, I. M. E., Fleis, B. C., Alcántara, M. E. N. y Hernández, R. S. A. (2000). Conductas alimenticias de riesgo en adolescentes mexicanos. Datos en población estudiantil del Distrito Federal. Revista de Investigación Clínica No. 2(52).

Vázquez, R., Álvarez, G. y Mancilla, D. J. M. (2000). Consistencia interna y estructura factorial del cuestionario de influencia de los Modelos Estéticos Corporales (CIMEC) en población Mexicana. Salud Mental No.6 (23).

Vega, J. (2005). Cifras sobre obesidad en México. [En red]. Disponible en: Fuente: El Sol de México, primera sección, p. 6, 23/02/2005.

Wiliamson, D. F. (1993). Descriptive epidemiology of bodyweight and weight change in U. S. A. adults. Annals of Internal Medicine, 119, 646-649.

Citar:

Refugio, M. Álvarez, M. (12 julio, 2021) Obesidad factores relacionados y estrategias de intervención.Instituto Salamanca. https://institutosalamanca.com/blog/obesidad-factores-relacionados-y-estrategias-de-intervencion

Este artículo es distribuido bajo licencia Creative Commons: 

Deja un comentario


Chat WhatsApp

logo Instituto Salamanca