Felicidad y bienestar psicológico. Modelos explicativos

¿Qué entendemos por Felicidad?

«La felicidad es un tema interminable. La felicidad es como un puzzle en el que siempre falta alguna pieza. Nos metemos en un mar sin orillas. Son tantos los matices, recovecos, ángulos y vertientes, que es difícil atraparlo en sus ricas y diversas dimensiones. La felicidad es la vocación universal del ser humano, una tendencia metida en sus entrañas, un deseo profundo que arrastra y empuja en esa dirección. Pero la felicidad es ante todo un estado de ánimo, un paisaje interior a través del cual me encuentro contento conmigo mismo, una mezcla de alegría y paz interior. El que no sabe lo que quiere no puede ser feliz» (Rojas, 2000).

Concepto

Definir el concepto de felicidad es controvertido y complicado. Al igual que otros conceptos profundos de nuestras vidas como la culpa, la justicia y el egoísmo; todos tenemos una noción acerca de qué es la felicidad pero nos resulta a menudo muy difícil explicarlas.

Cuando pensamos en «felicidad» generalmente solemos fijarnos en sus efectos, y dejamos frecuentemente a un lado el análisis de sus causas. Entonces, ¿Qué cosas nos hacen felices? ¿Es posible que la felicidad sea un estado permanente?

Es fácil confundir la felicidad con el bienestar o con «estar contento», por eso muchas personas tienden a equivocar el sentido de los bienes materiales en sus vidas, creyendo que les dará una «felicidad» que nunca encuentran.

En efecto, las cosas materiales nos brindan bienestar. Es más cómodo viajar en un coche que en un autobús, es confortable tener un abrigo cuando hace frío, es agradable disponer de aire acondicionado en verano en localidades calurosas. Sin embargo, ese bienestar nos da la sensación de que no tiene nada que ver con el término felicidad, sino que parece ser que es un concepto mucho más profundo que implica algo tan ansiado por muchos seres humanos como es la estabilidad.

El ser humano ha perseguido la felicidad como una meta o un fin. Como un estado de bienestar ideal y permanente al que llegar, sin embargo, hay personas que conciben la felicidad como un compuesto de pequeños momentos, de vivencias en el día a día, con lo que una característica principal, desde este punto de vista, sería la de aparecer y desaparecer de forma constante a lo largo de nuestras vidas.

Fuentes de la Felicidad

Otra de las controversias es dónde buscar la felicidad. Si en acontecimientos externos y materiales o en nuestro interior. Siempre resulta complicado responder a esta pregunta. Por este motivo, y desde un punto de vista psicológico, el estudio del bienestar subjetivo parece preferible al abordaje de la felicidad. Además, muchas personas conceptualizan la felicidad como ausencia de malestar, por lo que creemos que una definición científica debería acotar el término y mencionar el «bienestar subjetivo» (Vázquez, 2006).

La satisfacción con la vida y el afecto positivo son estudiados por los investigadores del bienestar subjetivo. La forma en que estos dos componentes se relacionan mutuamente es una cuestión empírica, no de definición.

Desafortunadamente, términos como el de felicidad, que son usados frecuentemente en el discurso diario, tendrán necesariamente significados vagos y un tanto diferentes. No obstante, según avancen los trabajos de medición, creación de cuestionarios, etc., al igual que otros trabajos, los conceptos más útiles científicamente serán aquellos que puedan ser medidos y que muestren, dentro de un marco teórico, relaciones interesantes con otras variables (Diener, 1994).

De cualquier manera, nuestro punto de vista va un poco más lejos en este artículo y creemos que el ser feliz no es un estado de ánimo, sino una actitud constante.

Felicidad y bienestar psicológico

La felicidad es un concepto que puede resultar abstracto, que incluye estados de bienestar, pero no podemos decir que tener momentos placenteros nos convierta en seres felices.

Algunas ideas acerca de la felicidad tienen una perspectiva de ésta como la forma de valorar la vida en su conjunto. Es decir, una percepción y valoración global de las experiencias vitales, teniendo en cuenta las relaciones familiares y el trabajo como núcleo esencial para esa valoración, además de las relaciones sociales, el ocio, la salud, etc. También añadiendo a estos factores estables ciertos desencadenantes específicos, tales como éxitos puntuales, sorpresas (lotería), entre otros.

A alguien puede gustarle una parte de su vida (su relación sentimental) y estar muy disgustado con su trabajo. Esta perspectiva de la felicidad, da la sensación de ser una media aritmética de los eventos que afectan a la vida de un individuo. Desde este punto de vista, una persona que valore su vida como negativa, podrá encontrarse en un momento dado con que una satisfacción, aun siendo un hecho positivo, no fuese suficiente para alcanzar la media, no valorando de eso modo esa positividad como sí lo haría otro individuo que sintiese el mismo acontecimiento como un evento positivo, que le otorga bienestar y no relacionándolo con la idea de felicidad.

Percepción de la felicidad

Cabe considerar, que hay personas que ven la felicidad como un objetivo esquivo, difícil de lograr en el presente y al que solo se puede acceder con la memoria (cualquier tiempo pasado fue mejor) o con la esperanza (si consigo…, seré feliz).

Otros individuos consideran que la felicidad no puede contemplarse como un objetivo, sino como un sub-producto derivado de otros objetivos o compromisos.

La felicidad facilita la empatía, lo que favorece la aparición de ideas altruistas, de compromiso social y voluntariado. Genera actitudes positivas hacia uno mismo y hacia los demás, lo que favorece la autoestima, la confianza en uno mismo, las relaciones sociales, el rendimiento cognitivo, la resolución de problemas, fomenta la creatividad, favorece el aprendizaje y la memorización, etc. También potencia estados de tranquilidad, de serenidad y de relajación que facilitan el bienestar tan ansiado. Todo ello facilita y fomenta la disponibilidad del individuo para afrontar nuevas tareas (Bisquerra, 2000). En esencia, la felicidad potencia estados de bienestar.

La Felicidad y los valores

El bienestar subjetivo parece estar más relacionado con la congruencia entre los valores y el compromiso de hacerlos efectivos. Esto permite entender la felicidad como algo que tiene que ver con el propio individuo, dejando fuera los acontecimientos vitales que producen satisfacción.

Con lo anterior no queremos decir que esa satisfacción producida por cualquier evento positivo no tenga su carga de efectividad, sino que no encajaría con lo que, creemos, está más relacionado con el concepto «felicidad». En otras palabras, tener un buen trabajo, unas buenas relaciones de amistad, un entorno familiar adorable, que nos toque la lotería, que gane nuestro equipo de fútbol, etc., Son cosas que casi a cualquier persona harían «feliz», pero esa felicidad sólo se conceptualizaría como tal si, para una persona en concreto, sus valores son acordes con tales eventos y si su compromiso de hacerlos efectivos se ve cumplido desde su perspectiva.

Pero no todas las personas que teniendo todo el oro del mundo, los mejores amigos, las mejores condiciones de vida, son felices.

Es paradójico observar como muchas personas que «lo tienen todo» suelen ser a menudo extremadamente infelices y que gente humilde, o extremadamente pobre, que vive en condiciones infrahumanas, con privaciones y penurias, comente su «felicidad» con alegría.

Para muchas personas, una de sus principales metas es la de desterrar de sus vidas cualquier resquicio de sufrimiento y preocupación. Muy apoyada esta idea por la sociedad de la conveniencia, que nos induce a buscar todo tipo de bienestar y, además, permanentemente. Esto avoca a muchos individuos al consumo de estupefacientes, a eliminar el sufrimiento con diversiones superfluas, que lejos de acercar al individuo a la felicidad, lo alejan.

La felicidad basada en la negación del dolor y el sufrimiento es tan falsa como efímera (Muñoz, 2002).

La felicidad y ausencia de problemas

No tener problemas no es felicidad. Tampoco en la ausencia de dificultades. La felicidad no es algo que esté necesariamente fuera de nosotros. Precisamente es ahí donde consideramos hay que comenzar la búsqueda y donde sería deseable encontrarla, en nuestro interior.

Trabajar para lograr hace efectivos nuestros deseos, prestando siempre atención a nuestros valores. Alegrarnos por el éxito de nuestros seres queridos, incluso por las personas que tampoco están cerca de nuestro entorno, intentar ayudar a los demás, etc.; todo esto nos va a proporcionar esa «paz interior» anhelada, esa estabilidad buscada, ese placer que a veces se convierte en espiritual, esa forma de sentirnos completos y contentos con nosotros mismos.

La felicidad es el resultado de un esfuerzo continuado para superar los problemas, un trabajo intenso y constante que se prolonga en el tiempo.

La felicidad es un proyecto personal lleno de metas, la mayoría relacionadas, como venimos comentando, con la satisfacción personal, el desarrollo de habilidades interpersonales y de amor hacia uno mismo.

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Para que ese proyecto pueda cumplirse es esencial que las metas que nos marquemos sean objetivas y realistas, no demasiado exigentes. También es importante tener capacidad para superar las adversidades y frustraciones que la vida nos depare, y tener siempre un «plan B» para enderezar el rumbo cuando tengamos la sensación de haberlo perdido (Rojas, 2007).

El optimismo

Un concepto asociado a la felicidad es el optimismo.

Una persona optimista no es aquella que cree que las cosas siempre van a salir bien, como a menudo suele pensarse, sino aquellos individuos que persiguen logros y no pierden mucho tiempo en enfadarse o deprimirse cuando no los consiguen.

El optimismo consiste en la capacidad de uno mismo para (independientemente de los resultados), tener una actitud positiva para un nuevo intento de conseguir el objetivo perseguido. Aquellas personas que confían en sus posibilidades y que saben entender el «fracaso» como un aprendizaje y no lo entienden como algo negativo. Consiste también en conocer nuestras limitaciones y no por ello renunciar a mejorar.

Un «error» muy común es buscar éxitos espectaculares para alcanzar la felicidad. Marcarnos metas demasiado exigentes o difíciles de lograr, cuando en la mayoría de las ocasiones, como manifiesta Fredrickson (2004), se trata de algo más simple: «buscar la felicidad en todas las situaciones de la vida y en las cosas sencillas.

Quien quiera descubrir lo bueno de un mundo complejo y, en parte, represivo, tendrá que acudir a sus propias fuerzas y a las de quienes le rodean. Nuestro mayor aliado en la senda para la maduración y la fortaleza interiores es la conciencia».

Todo lo comentado líneas arriba, nos hace pensar que cuanto más nos conozcamos a nosotros mismos, más posibilidades vamos a tener de aplicar nuestras habilidades y destrezas en la consecución de nuestros objetivos. Esto, que tiene que ver con el término psicológico «autoconocimiento», que está muy directamente relacionado con el de sabiduría. En este caso acerca de nosotros mismos, y como decía Epicuro: «el que es sabio, es feliz».

Manifestaciones de diferentes celebridades acerca de la felicidad

«El secreto de la felicidad no es hacer siempre lo que se quiere, sino querer siempre lo que se hace». León Tolstoi.

«Para ser amados, no debemos preguntar nunca a quien nos ama: ¿Eres feliz? Sino decirle siempre: ¡Que feliz que soy!». Jacinto Benavente.

«Mi felicidad consiste en que sé apreciar lo que tengo y no deseo con exceso lo que no tengo». León Tolstoi.

«La manera de conseguir la felicidad es haciendo felices a los demás». Robert Stephenson.

«Si quieres hacer feliz a una persona, no le añadas bienes, sino réstale deseos». Lucio Anneo Séneca.

«Muchas personas se pierden las pequeñas alegrías mientras aguardan la gran felicidad”. Pearl S. Buck.

«No es pobre el que tiene poco, sino el que mucho desea». Séneca.

«Conócete, acéptate, supérate». San Agustín.

«La felicidad es la armonía entre lo que se piensa, se dice y se actúa». Mahatma Ghandi.

«La felicidad es al mismo tiempo, la mejor, la más noble y la más placentera de todas las cosas”. Aristóteles.

«Ningún hombre es feliz a menos que crea serlo». Publio Siro (S. I a.C)

«La felicidad ininterrumpida, aburre: debe de tener alternativas». Jean Baptiste Moliere.

«La clase de felicidad que necesito, es menos hacer lo que quiero, que no hacer lo que no quiero». Jean-Jacques Rousseau.

«Pasa con la felicidad como con los relojes; que los menos complicados son los que menos se estropean». Nicolás Chanfort.

«Todo el mundo aspira a la vida dichosa, pero nadie sabe en qué consiste». Séneca.

«La felicidad es una estación en el camino entre lo demasiado y lo muy poco». Jackson Pollock.

Modelos descriptivos de la Felicidad

Han sido muchos los autores que a largo de la historia y a través de disciplinas tan dispares como la filosofía, la política, la matemática, la economía y por supuesto, la medicina o la psicología, han tratado de elaborar teorías acerca de los componentes generales de la felicidad y su relación con conceptos afines, como los mencionados anteriormente (Ej. bienestar subjetivo, calidad de vida, optimismo, etc.).

A continuación, trataremos de resumir algunos enfoques que abordan la difícil tarea de construir este concepto en sus componentes esenciales.

Educación para la Felicidad. Fordyce

Aunque no se trata estrictamente de un modelo teórico, se convirtió en uno de los primeros intentos de construcción de un «modelo de persona feliz», sintetizado en una serie de principios o rasgos. Estos rasgos fueron inferidos por Fordyce (1983), a partir de una amplia revisión de estudios sobre la felicidad, con objeto de aplicar estas premisas en la construcción de un programa que permitiera mejorar los niveles de felicidad de sus estudiantes.

En la tabla 1 se detallan los 14 rasgos que desde el punto de vista de Fordyce, hacen de una persona alguien feliz, y que como se observa, se hallaban en conexión con tres áreas básicas: la personalidad, las relaciones sociales y la implicación en la actividad laboral y en el ocio.

Tabla 1          
Adaptación de las «14 Reglas fundamentales» del programa cognitivo-conductual de mejora de la felicidad, diseñado por Fordyce (1977, 1983).

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1. Ser más activo y permanecer ocupado en actividades:

– Placenteras
– De alta demanda física
– Novedosas
– En compañía
– No triviales

2. Dedicar más tiempo a la vida social
3. Ser productivo en un trabajo al que se conceda significado
4. Mejor gestión del tiempo
5. Detener las preocupaciones
6. Adecuar las metas y expectativas
7. Desarrollar un estilo de pensamiento positivo y optimista
8. Estar centrado en el presente
9. Trabajar en busca de una personalidad sana
10. Desarrollar una personalidad sociable
11. Ser uno mismo
12. Eliminar los sentimientos negativos y los problemas
13. Fomentar y conservar las relaciones íntimas como primera fuente de felicidad
15. Apreciar la felicidad

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La teoría evolutivo-cibernética de la Felicidad. Heylighen.

Desde el enfoque de Heylighen, se define la «felicidad pasajera» como el sentimiento agradable o la experiencia subjetiva del bienestar. La «felicidad duradera» corresponde, entonces, al predominio de sentimientos agradables en un período prolongado. Esto equivale al grado en el que las personas se sienten satisfechas con sus vidas en general. Aunque no es exactamente igual, este significado de felicidad es casi sinónimo de satisfacción de vida, calidad de vida o, incluso, autorrealización (Heylighen, 1992).

La teoría evolutivo-cibernética de la felicidad, establece la relación entre la salud como propiedad objetiva y la experiencia subjetiva de sentirse bien.

Biológicamente, las emociones funcionan guiando al organismo para que se aleje de situaciones peligrosas (advertidas mediante reacciones desagradables tales como el miedo, el hambre, o el dolor) y promoviendo la aproximación a situaciones positivas (advertidas mediante reacciones positivas tales como el placer, el amor o la satisfacción).

Las emociones cumplen un papel selectivo indirecto de las conductas adecuadas para realizar las acciones apropiadas, como beber cuando tenemos sed o rechazar acciones peligrosas como tocar una llama, por lo que sustituyen la selección natural. En consecuencia, las emociones positivas normalmente indicarán que el organismo se acerca al estado óptimo.

La felicidad puede considerarse una señal de que la persona está biológicamente sana (cerca de un estado óptimo) y, desde el punto de vista cognitivo, capaz de ejercer control (capaz de contrarrestar desviaciones eventuales de este estado óptimo); en otras palabras, que él o ella pueda satisfacer todas sus necesidades básicas, a pesar de posibles cambios en el medio.

Este control sobre la situación, cuenta con tres elementos (Heylighen, 1992):

Capacidad material

Tener los recursos y oportunidades necesarias para satisfacer las necesidades.

No se puede saciar la sed sin agua o satisfacer la necesidad de contacto social, si se está abandonado en una isla desierta.

Capacidad cognitiva

No es suficiente que los recursos necesarios estén ahí, también hemos de ser capaces de encontrarlos, reconocerlos y utilizarlos de manera efectiva. Excepto en casos triviales, la necesidad de satisfacción requiere habilidades para solucionar problemas, es decir, conocimiento, inteligencia y creatividad.

Capacidad subjetiva

No es suficiente que los recursos estén ahí y que seamos capaces de encontrarlos, además, debemos creer en nuestra propia capacidad de resolver problemas. De lo contrario, no estaríamos motivados para realizar el esfuerzo necesario.

La tarea de promover felicidad se reduce simplemente a fomentar la capacidad material (proporcionando recursos y oportunidades), la capacidad cognitiva (mediante la educación en el sentido más amplio y mediante apoyos cognitivos como los ordenadores) y la capacidad subjetiva (haciendo sentir a las personas que son capaces o que están «controlando») (Heylighen, 1992).

El modelo de las tres vías hacia la Felicidad. Seligman.

Martin Seligman (2002) nos propone un marco estructural para señalar las diversas vías que parecen conducir al bienestar y la felicidad. Sin embargo, su propuesta no está expuesta como una teoría, ni siquiera como un modelo, sino más bien como una forma de estructurar inicialmente la investigación realizada en este campo y de proyectarla hacia el futuro (Duckworth, Steen y Seligman, 2005).

A juicio de Seligman, la investigación ha demostrado que hay al menos tres vías fundamentales por las cuales las personas se pueden acercar a la felicidad. La vida:

  1. Placentera (pleasant life), este tipo de felicidad es de corta duración y se logra maximizando las emociones positivas y minimizando las negativas respecto al pasado, presente y futuro.
  2. Comprometida (engaged life), se refiere a la puesta en práctica cotidiana de las fortalezas personales con el objetivo de desarrollar un mayor número de experiencias óptimas (flow).
  3. Significativa (meaningful life), es la más duradera de las tres, e incluiría el desarrollo de objetivos que van más allá de uno mismo y la pertenencia a las llamadas instituciones positivas (democracia, familia, educación, etc.).

Aunque se especifica que estas tres vías no tienen por qué ser ni exclusivas, ni exhaustivas. Sí se realiza un énfasis importante en que el desarrollo de la vida comprometida y de la vida significativa pueden tener una mayor importancia para la construcción del bienestar (Duckworth et al., 2005).

Con objeto de promover cada uno de los tipos de felicidad, se ha creado una Red de Psicología Positiva compuesta por tres centros de trabajo e investigación.

Experiencias Positivas Subjetivas

El primero de ellos está dirigido por Ed Diener, de la Universidad de Illinois, según el cual, uno de los «mejores predictores» del bienestar no es cuántas posesiones materiales tiene una persona, sino que posea «metas significativas» (Seligman, 2003). Este centro recibe el nombre de Experiencias Positivas Subjetivas y trabaja entre otras cuestiones, sobre las emociones positivas generales y la afectividad, o la diferenciación entre conceptos como bienestar subjetivo, felicidad, «flow», placer, optimismo etc.

Individuo Positivo

El segundo centro de trabajo, centrado en el Individuo Positivo, está a cargo de Mihaly Csikszentmihalyi, de la Universidad de Chicago, responsable de nombrar y definir el concepto de fluidez o «flow».

Los temas que se abordan en este centro, están relacionados con la «buena vida», como son la satisfacción con la vida y la felicidad, significado y propósito, productividad y auto-control, creatividad, resiliencia, afrontamiento, empatía, religión, intimidad o amor, entre otras.

Los autores Peterson y Seligman (2004), desarrollaron una Clasificación de las Fortalezas y Virtudes Humanas (Character Strengths and Virtues) como vía para alcanzar la «buena vida» que además supuso la consolidación de la Psicología Positiva como disciplina científica.

Esta clasificación describe veinticuatro fortalezas que se encuentran dentro de seis virtudes consideradas universales. Pero antes de exponerlas es necesario establecer los tres criterios que se han tenido en cuenta para la clasificación. Estos son: que se valoren prácticamente en todas las culturas, que se valoren por derecho propio, no como medio para alcanzar otros fines y, por último, que sean maleables (Seligman, 2002).

Figura 1.
Adaptación de la clasificación de las Fortalezas Humanas (Peterson y Seligman, 2004)

Instituciones Positivas

El tercer centro de trabajo se focaliza en el estudio de las Instituciones Positivas y está dirigido por Kathleen Hall Jamieson, de la Universidad de Pensilvania.

Desde la sociología positiva, se investigan cuestiones relacionadas con los diferentes puntos de vista sobre lo que se considera una «buena sociedad», justicia, equidad, salud, logros culturales, relaciones interpersonales, entorno o ambiente físico como variables que impulsan y mejoran la prosperidad de las comunidades y el desarrollo de fortalezas y virtudes personales.

Se considera que en épocas de dificultades, comprender y reforzar instituciones positivas como la democracia, la unión familiar y la libertad de prensa, cobran una importancia inmediata (Seligman, 2002).

Dentro de este orden de ideas, respecto a la felicidad, la Psicología Positiva, no se limita a conseguir estados subjetivos transitorios ya que considera que también consiste en pensar que la vida que vivimos es auténtica y no se trata de una opinión meramente subjetiva.

La autenticidad implica el acto de obtener gratificaciones y emociones positivas gracias al desarrollo de las fuerzas características personales, pensadas como las vías naturales y duraderas hacia la satisfacción (Seligman, 2002).

Conclusiones

En resumen, una reflexión que consideramos esencial para la comprensión de la felicidad, es el de prestar atención tanto a los aspectos positivos como a los negativos del funcionamiento humano. No entendiendo felicidad como sinónimo de bienestar, sino más bien como una congruencia entre los valores y los comportamientos de un individuo en concreto.

La felicidad está muy relacionada con estados de bienestar, alegría, pasión, tranquilidad, etc., pero no excluye estados de dolor, de tristeza, de ira o de miedo.

El ser feliz no es un estado de ánimo. Es una actitud constante que estaría más relacionado con lo que llamamos «rasgo de personalidad». La felicidad no es un estado transitorio como lo pueda ser el placer o la alegría, sino que mantiene una estabilidad temporal.

En esencia, la idea que queremos transmitir es que la felicidad, si la queremos considerar con estable, tenemos que relacionarla con la satisfacción experimentada por la congruencia entre nuestros valores personales y capacidad para poder llevarlos a cabo. En palabras coloquiales, sentirme bien conmigo mismo independientemente de los resultados que obtenga. Esto me permitirá disfrutar cuando lo obtenido sea positivo y estar triste, enfadado o tener miedo en momentos temporales de mi vida, pero siempre podré «ser feliz».

Si mi actuación está en consonancia con mis valores, es decir, he hecho lo que creía que tenía que hacer y el fracaso, cuando se produzca, lo conceptualizaré como un aprendizaje y no como un acontecimiento negativo producido por mi mala actuación. De este modo la estabilidad siempre va a estar bajo mi control.

Falsas creencias

No estamos de acuerdo con ideas acerca de la felicidad como estas: «a la larga, la felicidad es un resultado, es el resumen de lo que hemos ido haciendo con nuestra existencia personal» (Rojas, 2000). Ya que desde este punto de vista no podríamos ser felices hasta el final de nuestra existencia. Esta apreciación está relacionado con la conceptualización de felicidad como media aritmética de resultados positivos obtenidos versus insatisfacciones. Si asumiéramos este planteamiento, no tendría sentido que desde la psicología nos preguntáramos cómo ayudar a las personas a potenciar sus fortalezas o mejorar su satisfacción vital. Porque según esta hipótesis que define la felicidad como resultado final, el individuo tendría un rol más bien pasivo en la consecución de su propia felicidad y sólo accedería a ella en el último tramo de su vida.

En relación con lo anterior, también nos parece interesante reflexionar sobre el modo de trasladar a la intervención terapéutica este punto de vista centrado en la promoción de la felicidad y el bienestar psicológico, que se ha tratado a lo largo de este escrito.

Lo cierto es que a día de hoy, no existen datos empíricos que nos hablen acerca de la eficacia de protocolos que incorporen esta filosofía de trabajo, dada su trayectoria incipiente y por lo tanto, hemos de ser cautos y críticos a la hora de incorporarla a nuestros objetivos terapéuticos, o al integrar estos aspectos relativos a la salud y el bienestar, con los habituales en el contexto terapéutico, es decir, la fase de evaluación y formulación del caso, el diseño de la intervención o la planificación de estrategias de promoción y prevención enfocadas a la etapa de seguimiento.

Lisón, J.F. (2005) De la felicidad mínima a la plena felicidad. Quaderns de filosofia i ciència, 35, 133-145.

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Oatley, K. (1992). Best laid schemes: The psychology of emotions. New York: Cambridge University Press Vázquez, 2006

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María del Carmen Segura Díez

Universidad Miguel Hernández de Elche. España

Victoriano Ramos Linares

Servicios Sociales de Callosa de Segura, España

Citar este artículo:

Segura, M., Ramos, V. (5 de abril de 2021). Felicidad y bienestar psicológico. Modelos explicativos. Instituto Salamanca. https://institutosalamanca.com/blog/felicidad-y-bienestar-psicologico-modelos-explicativos

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